… los cielos de los cielos no te pueden
contener; ¿cuánto menos esta casa que he edificado? (v. 18).
Lectura: 2 Crónicas 6:12-21
La Biblia en un año: Filipenses 2
Una organización cristiana de ayuda a jóvenes en
situación de riesgo, en Nueva York, nació de un compromiso inusual con la
oración. Su fundador vendió su televisor y dedicó el tiempo que pasaba mirando
televisión (dos horas por noche) a orar. A los pocos meses, no solo entendió
mejor lo que quería emprender, sino que también aprendió a lograr un equilibrio
entre alabar a Dios y pedirle ayuda.
La oración del rey Salomón en la dedicación del
templo muestra este equilibrio: comenzó resaltando la santidad y la fidelidad
de Dios. Luego, le atribuyó al Señor el éxito del proyecto y enfatizó su
grandeza: «los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto
menos esta casa que he edificado?» (2 Crónicas 6:18). Después de exaltarlo,
Salomón le pidió que prestara especial atención a todo lo que sucedía dentro
del templo, que mostrara misericordia a los israelitas y que supliera sus
necesidades. Inmediatamente después de su oración, «de los cielos descendió
fuego y consumió el holocausto y las víctimas, y la gloria del Señor llenó
el templo» (7:1 RVC). Esta respuesta increíble nos recuerda que el Dios
poderoso a quien le hablamos y alabamos en oración también nos escucha y
responde a nuestras peticiones.
¿Cómo describirías tus conversaciones con Dios?
¿Qué te ayudaría a mejorar?
La oración nos ayuda a ver las cosas como Dios
las ve, no a la inversa.
Buen remedio
El corazón alegre constituye buen remedio…
(Proverbios 17:22).
Lectura: Efesios 4:25-32
La Biblia en un año: Filipenses 1
Conducir de manera negligente, discutir e
insultarse es habitual entre algunos taxistas y choferes de minibuses en Accra,
Ghana, lo cual suele generar peleas. Sin embargo, una vez, presencié un
incidente que terminó distinto. Un taxista casi choca contra un autobús. Supuse
que el chofer del autobús se enojaría y le gritaría al otro hombre. En cambio,
lo miró y, con tranquilidad, le sonrió. Esa sonrisa obró maravillas. El chofer
del taxi levantó la mano, se disculpó, le sonrió y siguió su camino… la tensión
había desaparecido.
Una sonrisa actúa de manera asombrosa en la química
del cerebro. Los investigadores han descubierto que se liberan endorfinas, las
cuales producen un efecto fisiológicamente relajante. Esto no solo se aplica a
situaciones externas, sino que una sonrisa también puede disipar la tensión
emocional interna. La Biblia nos enseña: «Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos
con otros» (Efesios 4:31-32).
Cuando el enojo, la tensión o la amargura amenazan
nuestra relación con Dios y con los demás, recordemos que «el corazón alegre
constituye buen remedio» (Proverbios 17:22), que nos traerá gozo y bienestar.
¿Cómo te sentiste la última vez que discutiste con
alguien? ¿Cómo te afectó?
Encontramos gozo cuando aprendemos a vivir en el
amor de Cristo.
Nuestro Pan Diario
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