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domingo, 9 de octubre de 2016

Fe mala, fe buena



Tampoco dudó […] de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe…(v. 20).
Lectura: Romanos 4:18-25
La Biblia en un año: Efesios 3
«Tienes que tener fe», dice la gente. Pero ¿qué significa eso? ¿Cualquier fe es una fe buena?
«Cree en ti mismo y en lo que eres —escribió un pensador hace un siglo—. En ti hay algo más grande que cualquier obstáculo». Por muy bonito que suene esto, se hace pedazos cuando se estrella contra la realidad. Necesitamos fe en algo más grande que nosotros mismos.
Dios prometió a Abram una multitud de descendientes (Génesis 15:4-5), pero enfrentaba un obstáculo enorme: era anciano y no tenía hijos. Cuando él y Sara se cansaron de esperar que el Señor cumpliera su promesa, trataron de vencer esa traba por sí solos. El resultado fue una familia dividida y mucha discordia innecesaria (Génesis 16; 21:8-21).
Nada de lo que Abraham hizo por su propia fuerza funcionó. Sin embargo, al final, fue conocido como un hombre de gran fe. Pablo dijo de él: «creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia (Romanos 4:18). Esta fe, dijo Pablo, «le fue contada por justicia» (v. 22).
La fe de Abraham estaba puesta en algo mucho más grande que él: en el Dios único. Lo que marca toda la diferencia es el objeto de nuestra fe.
Señor, quiero tener una fe fuerte en ti; no en mí mismo, en mis capacidades ni en otros.
Nuestra fe es buena si está puesta en la Persona correcta.

No deslizarse
… es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos (v. 1).
Lectura: Hebreos 2:1-4
La biblia en un año: Hechos 8:26-40
Al final de un semestre escolar, mi esposa y yo fuimos a buscar a nuestra hija a la escuela, que se encontraba a 100 kilómetros. A la vuelta, nos desviamos para comer algo en un restaurante sobre la playa, desde donde observamos los barcos en la costa. En general, están anclados para evitar que se vayan a la deriva, pero noté que uno estaba libre y que, lentamente, se deslizaba hacia el medio del mar.
Camino a casa, reflexioné sobre la advertencia a los creyentes en el libro de Hebreos: «Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos» (Hebreos 2:1). Tenemos una buena razón para mantenernos cerca. El autor explica que, aunque la ley mosaica era confiable y requería obediencia, el mensaje del Hijo de Dios es superior. Nuestra salvación es «tan grande» en Jesús que no deberíamos descuidarla (v. 3).
Al principio, no notamos que estamos deslizándonos en nuestra relación con Dios, porque sucede de manera gradual. Sin embargo, pasar tiempo con el Señor, orando y leyendo su Palabra, confesarle nuestros pecados e interactuar con otros creyentes puede ayudarnos a permanecer anclados en Él. Si permanecemos en comunión con Dios, Él nos sustentará y evitará que nos deslicemos.
Señor, ayúdame a permanecer cerca de ti para no deslizarme.
Para no alejarte de Dios, permanece anclado a la Roca.

Servir a Cristo
… obedeced a vuestros amos terrenales […] como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios (v. 6).
Lectura: Efesios 6:5-9
La biblia en un año: Hechos 7:1-21
«Soy secretaria —me dijo una amiga—. Cuando les digo esto a los demás, algunos me miran con lástima. Pero, cuando descubren quién es mi jefe, ¡abren los ojos con admiración!». En otras palabras, a veces, la sociedad define algunos trabajos como inferiores, a menos que estén relacionados con personas ricas o famosas.
Sin embargo, los hijos de Dios pueden estar orgullosos de su trabajo, sea cual sea su jefe terrenal, porque sirven al Señor Jesús.
En Efesios 6, Pablo les habla a los siervos y a los amos. Les recuerda que servimos a un Amo en el cielo y que tenemos que hacer todo con sinceridad, integridad y respeto, porque servimos a Cristo y trabajamos para Él. El apóstol nos recuerda: «[sirvan] de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres» (Efesios 6:7).
Qué privilegio es servir a Dios en todo lo que hacemos; ya sea que atendamos el teléfono, conduzcamos un vehículo, hagamos tareas de la casa o estemos al frente de una empresa. Trabajemos hoy con una sonrisa, recordando que, sin importar lo que nos toque hacer, servimos a Dios.
Señor Jesús, en lo que me toque hacer hoy, quiero servirte de todo corazón.
El servicio demuestra nuestro amor a Dios.
Nuestro Pan Diario

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