Porque habéis muerto, y vuestra vida está
escondida con Cristo en Dios (3:3).
Lectura: Colosenses 2:20–3:4
La Biblia en un año: Colosenses 2
Una excursión por el desierto puede parecer intimidatoria,
pero a quienes les encantan las actividades al aire libre les resulta
atractiva. Como se necesita más agua de la que pueden acarrear, compran
botellas con filtros incorporados para poder beber de fuentes que encuentren
por el camino. No obstante, beber de esos recipientes va en contra de lo
normal: para que el agua pase por el filtro, hay que soplar…
Como seguidores de Cristo, encontramos muchas cosas
contrarias a lo supuestamente natural. Pablo señaló un ejemplo: cumplir las
reglas no nos acerca a Dios. «¿Por qué, como si vivieseis en el mundo, os
sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques […] (en
conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres)?» (Colosenses 2:20-22).
Entonces, ¿qué debemos hacer? Pablo dio la respuesta:
«Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba» (3:1). A
personas bien vivas, les dijo: «Porque habéis muerto, y vuestra vida está
escondida con Cristo en Dios» (v. 3).
Debemos considerarnos muertos a los valores de este
mundo y vivos para Cristo. Aspiramos a vivir como Aquel que dijo: «el que
quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor» (Mateo 20:26).
¿Qué significan para ti Mateo 16:25, 20:16 y 2
Corintios 12:10?
… lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios… 1 Corintios 1:27
Unidos en Cristo
Y estableció a doce, para que estuviesen con él,
y para enviarlos a predicar (v. 14).
Lectura: Marcos 3:13-19
La Biblia en un año: Colosenses 1
Cuando nos encontramos con una lista de nombres en
la Biblia, tal vez nos vemos tentados a pasarla por alto. Sin embargo, allí
podemos encontrar algunos tesoros, como en la lista de los doce apóstoles a
quienes Jesús llamó para que sirvieran en su nombre. Muchos son conocidos:
Simón, a quien Jesús llamó Pedro; Jacobo y Juan, que eran hermanos y
pescadores; Judas Iscariote, el traidor. Pero es probable que no tengamos en
cuenta que Mateo, el publicano, y Simón, el zelote, quizá fueron enemigos
anteriormente.
Mateo cobraba impuestos para Roma; por lo tanto,
los demás judíos consideraban que colaboraba con el enemigo. Los recaudadores
de impuestos eran despreciados por ser corruptos y exigir que el pueblo judío
diera dinero a otra autoridad aparte de Dios. Por otra parte, antes del llamado
de Jesús, Simón, el zelote, era miembro de un grupo de judíos nacionalistas que
odiaban a Roma y buscaban destruir su poder. Aunque Mateo y Simón tenían
convicciones políticas diferentes, los Evangelios no documentan que discutieran
o pelearan.
Cuando nosotros también fijamos nuestros ojos en
Cristo, podemos desarrollar unidad con los demás creyentes mediante los lazos
del Espíritu Santo.
— amp
Dios trino, tú existes en perfecta armonía: Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Que tu Espíritu me llene para que el mundo pueda verte y
creer.
Nuestra mayor lealtad es a Cristo, quien nos da
unidad unos con otros.
Nuestro Pan Diario
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