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viernes, 10 de febrero de 2017

En todas las circunstancias



Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús (v. 18).
Lectura: 1 Tes. 5:16-18
La Biblia en un año: Mateo 22:23-46
En el barrio residencial donde vivo, nos quejamos permanentemente de los cortes de luz. Pueden ocurrir tres veces por semana y durar todo un día. Es difícil soportar los inconvenientes cuando no se pueden usar los artefactos básicos de la casa.
Una vecina creyente suele preguntar: «¿También hay que dar gracias a Dios por esto?», refiriéndose a 1 Tesalonicenses 5:18: «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús». Y siempre respondemos que sí, aunque nuestras quejas cada vez que se corta la luz contradicen esta afirmación.
No obstante, un día, nuestra creencia en dar gracias a Dios en todas las circunstancias cobró un nuevo significado cuando, al volver de mi trabajo, encontré a mi vecina visiblemente estremecida mientras exclamaba: «Gracias a Dios se cortó la luz. ¡La casa se habría quemado y mi familia hubiese muerto!». Un camión había chocado contra un poste y los cables de alta tensión habían caído sobre varias casas. Si hubieran tenido electricidad, habrían quemado todo.
Puede ser difícil decir «gracias, Señor» en medio de pruebas, pero podemos estar agradecidos de que nuestro Dios considera que cada situación es una oportunidad para confiar en Él, ya sea que veamos sus propósitos o no.
Señor, ayúdame a verte en cada circunstancia.
Por la gracia de Dios, podemos dar gracias en todo.

Te veo
… ¿No he visto también aquí al que me ve? (v. 13).
Lectura: Génesis 16:1-13
La Biblia en un año: Mateo 22:1-22
«Te veo», dijo una amiga en un grupo en línea de escritores en el que nos respaldamos y animamos unos a otros. Como me sentía estresada y ansiosa, sus palabras me infundieron una sensación de paz y bienestar. Ella me «veía» —con mis esperanzas, temores, luchas y sueños— y me amaba.
Cuando escuché la sencilla pero poderosa expresión de ánimo de mi amiga, pensé en Agar, una esclava de la familia de Abram. Tras muchos años de esperar ansiosa un heredero, Sarai siguió la costumbre cultural de su época y le dijo a su esposo Abram que tuviera un hijo con Agar. Pero, cuando esta quedó embarazada, comenzó a despreciar a su ama. Sarai, a su vez, maltrató a su sierva, hasta que Agar huyó al desierto.
El Señor vio la angustia y la turbación de Agar, y la bendijo prometiéndole que tendría muchos descendientes. Después de aquel encuentro, Agar llamó al Señor El Roi, que significa «Dios que me ve» (Génesis 16:13), ya que supo que no estaba sola ni abandonada.
Así como Agar fue vista —y amada—, también lo somos nosotros. Tal vez nos sintamos ignorados o rechazados por familiares o amigos, pero sabemos que nuestro Padre no solo ve nuestro aspecto exterior, sino también todos nuestros sentimientos y temores secretos. Él habla palabras que nos vivifican.
Señor, gracias porque ves mi interior.
Saber que Dios nos ve nos da consuelo y confianza.
Nuestro Pan Diario

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