Dad
gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo
Jesús (v. 18).
Lectura:
1 Tes. 5:16-18
La
Biblia en un año: Mateo 22:23-46
En
el barrio residencial donde vivo, nos quejamos permanentemente de los cortes de
luz. Pueden ocurrir tres veces por semana y durar todo un día. Es difícil
soportar los inconvenientes cuando no se pueden usar los artefactos básicos de
la casa.
Una
vecina creyente suele preguntar: «¿También hay que dar gracias a Dios por
esto?», refiriéndose a 1 Tesalonicenses 5:18: «Dad gracias en todo, porque esta
es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús». Y siempre
respondemos que sí, aunque nuestras quejas cada vez que se corta la luz
contradicen esta afirmación.
No
obstante, un día, nuestra creencia en dar gracias a Dios en todas las
circunstancias cobró un nuevo significado cuando, al volver de mi trabajo,
encontré a mi vecina visiblemente estremecida mientras exclamaba: «Gracias a
Dios se cortó la luz. ¡La casa se habría quemado y mi familia hubiese muerto!».
Un camión había chocado contra un poste y los cables de alta tensión habían
caído sobre varias casas. Si hubieran tenido electricidad, habrían quemado
todo.
Puede
ser difícil decir «gracias, Señor» en medio de pruebas, pero podemos estar
agradecidos de que nuestro Dios considera que cada situación es una oportunidad
para confiar en Él, ya sea que veamos sus propósitos o no.
Señor,
ayúdame a verte en cada circunstancia.
Por
la gracia de Dios, podemos dar gracias en todo.
Te
veo
…
¿No he visto también aquí al que me ve? (v. 13).
Lectura:
Génesis 16:1-13
La
Biblia en un año: Mateo 22:1-22
«Te
veo», dijo una amiga en un grupo en línea de escritores en el que nos
respaldamos y animamos unos a otros. Como me sentía estresada y ansiosa, sus
palabras me infundieron una sensación de paz y bienestar. Ella me «veía» —con
mis esperanzas, temores, luchas y sueños— y me amaba.
Cuando
escuché la sencilla pero poderosa expresión de ánimo de mi amiga, pensé en
Agar, una esclava de la familia de Abram. Tras muchos años de esperar ansiosa
un heredero, Sarai siguió la costumbre cultural de su época y le dijo a su
esposo Abram que tuviera un hijo con Agar. Pero, cuando esta quedó embarazada,
comenzó a despreciar a su ama. Sarai, a su vez, maltrató a su sierva,
hasta que Agar huyó al desierto.
El
Señor vio la angustia y la turbación de Agar, y la bendijo prometiéndole que
tendría muchos descendientes. Después de aquel encuentro, Agar llamó al Señor
El Roi, que significa «Dios que me ve» (Génesis 16:13), ya que supo que no
estaba sola ni abandonada.
Así
como Agar fue vista —y amada—, también lo somos nosotros. Tal vez nos sintamos
ignorados o rechazados por familiares o amigos, pero sabemos que nuestro Padre
no solo ve nuestro aspecto exterior, sino también todos nuestros sentimientos y
temores secretos. Él habla palabras que nos vivifican.
Señor,
gracias porque ves mi interior.
Saber
que Dios nos ve nos da consuelo y confianza.
Nuestro
Pan Diario
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