Mas
él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro (v. 10).
Lectura:
Job 23:1-12
La
Biblia en un año: Mateo 23:23-39
En
una entrevista, la cantautora Meredith Andrews contó cómo se había sentido
abrumada al intentar equilibrar sus compromisos, su labor creativa, su matrimonio
y la maternidad. Reflexionando en su estrés, declaró: «Sentí como que Dios me
estaba llevando por una etapa de purificación, casi por un proceso de
trituración».
Job
estaba abrumado después de perder su ganado, su salud y sus hijos. Y lo peor
era que, aunque adoraba a Dios todos los días, sentía que el Señor lo ignoraba.
Ante la aparente ausencia de Dios en el panorama de su vida, Job clamaba que no
podía verlo ni en el oriente ni el occidente, ni en el norte ni en el sur (Job
23:2-9).
Sin embargo,
en medio de su desesperación, su fe recobró vida, como una vela en un cuarto
oscuro, y declaró: «[Dios] conoce mi camino; me probará, y saldré como oro» (v.
10).
Los
creyentes somos probados y purificados cuando Dios utiliza las dificultades
para quitar nuestra autosuficiencia, orgullo y sabiduría terrenal. Aunque
parezca que el Señor permanece en silencio durante este proceso y que no
contesta nuestros ruegos, quizá esté dándonos una oportunidad de fortalecer
nuestra fe.
El
dolor y los problemas pueden producir el carácter firme y radiante que surge de
confiar en Dios cuando la vida es difícil.
Señor,
cumple tu propósito en mí.
Los
tiempos de prueba de la fe pueden ser momentos fortalecedores.
Empieza
donde estés
Los
cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos
(Salmo 19:1).
Lectura:
Salmo 136:1-9
La Biblia
en un año: Mateo 23:1-22
Hoy
me crucé con una pequeña flor púrpura que crecía solitaria en una pradera, la
cual, citando la maravillosa frase del poeta Thomas Gray, «desperdiciaba
su dulzura en el aire del desierto». Estoy seguro de que nadie la había visto
antes y que quizá nadie la vuelva a ver. Pensé: ¿Por qué esta belleza en este
lugar?
La
naturaleza nunca está de más, ya que exhibe diariamente la verdad, la bondad y
la hermosura de Aquel que la creó. Cada día, nos declara de forma novedosa y
renovada la gloria de Dios. ¿Veo al Señor a través de esa belleza o simplemente
la miro y sigo indiferente mi camino?
Nuestra
respuesta puede ser alabanza, adoración y gratitud ante el brillo de un aciano,
el esplendor de un amanecer, la simetría de un cierto árbol.
El
escritor C. S. Lewis describe una caminata por el bosque durante un cálido día
de verano. Acababa de preguntarle a su amigo cómo cultivar un corazón
agradecido a Dios. Su compañero de excursión se dirigió a un arroyo cercano, se
mojó la cara y las manos, y preguntó: «¿Por qué no empezar con esto?». Lewis
dijo que allí aprendió un gran principio: «Empieza donde estés».
Una
pequeña cascada, el viento en las hojas, un pequeño ruiseñor, una flor
diminuta. ¿Qué tal si empezamos a dar gracias por estas cosas?
Señor,
gracias porque tu belleza se refleja en la naturaleza.
«[Dios]
es la belleza detrás de todo lo bello». Steve DeWitt
Nuestro
Pan Diario
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