Lectura: Lucas 2:8-20
¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! —Lucas 2:14
Durante la fiesta de Navidad en nuestra iglesia, observaba a los integrantes del coro que se ubicaban al frente de la congregación mientras el director de música hojeaba unos papeles que tenía sobre un delgado atril negro. La orquesta empezó a tocar y los cantantes interpretaron una conocida canción que comenzaba con estas palabras: «Venid, adoremos; venid, adoremos».
Aunque esperaba oír un antiguo y preciado villancico de Navidad, sonreí ante la apropiada elección de la música. La semana anterior había estado leyendo el relato de Lucas del nacimiento de Jesús y noté que, en la primera Navidad, no hubo fiestas, ni regalos ni comidas como en la actualidad, pero sí hubo adoración.
Después que el ángel les anunció a unos asombrados pastores que Jesús había nacido, apareció un coro de ángeles «que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas…!» (Lucas 2:13-14). La reacción de los pastores fue ir corriendo a Belén, donde hallaron al Rey que acababa de nacer y que yacía en un pesebre en un establo. Más tarde, regresaron a sus campos «… glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto…» (v. 20). Ver cara a cara al Hijo de Dios movió a los pastores a adorar al Padre.
Considera hoy cuál es tu reacción ante la llegada de Jesús a la tierra. ¿Hay lugar en tu corazón para adorar durante este día que celebra Su nacimiento?
—JBS
El coro del cielo bajó para cantar cuando el Rey celestial descendió para salvar.
Muerte derrotada
Lectura: 1 Corintios 15:50-58
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? —1 Corintios 15:55
Los investigadores en medicina trabajan incansablemente para encontrar una cura para el cáncer, una pista sobre el misterio del Mal de Alzheimer y alguna forma de acabar con una hueste de debilitantes enfermedades. Pero ¿qué pasaría si te despertaras y leyeras una noticia que dice: ¡LA MUERTE HA SIDO DERROTADA!? ¿Lo creerías? ¿Podrías creerlo?
El Nuevo Testamento proclama que, para el creyente en Cristo, la muerte verdaderamente ha sido destruida, se volvió inactiva y ya no es capaz de hacer lo que hacía antes. «Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria» (1 Corintios 15:54).
Esta buena noticia es para todos los que la reciban, tal como el ángel les dijo a los pastores cuando Jesús nació. «No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor» (Lucas 2:10-11).
El nacimiento de Jesús fue el principio del final de la muerte. «… el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Corintios 15:56-57).
¡Por esta razón, celebramos la Navidad!
—DCM
El nacimiento de Cristo trajo a Dios al hombre; Su cruz lleva el hombre a Dios.
¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! —Lucas 2:14
Durante la fiesta de Navidad en nuestra iglesia, observaba a los integrantes del coro que se ubicaban al frente de la congregación mientras el director de música hojeaba unos papeles que tenía sobre un delgado atril negro. La orquesta empezó a tocar y los cantantes interpretaron una conocida canción que comenzaba con estas palabras: «Venid, adoremos; venid, adoremos».
Aunque esperaba oír un antiguo y preciado villancico de Navidad, sonreí ante la apropiada elección de la música. La semana anterior había estado leyendo el relato de Lucas del nacimiento de Jesús y noté que, en la primera Navidad, no hubo fiestas, ni regalos ni comidas como en la actualidad, pero sí hubo adoración.
Después que el ángel les anunció a unos asombrados pastores que Jesús había nacido, apareció un coro de ángeles «que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas…!» (Lucas 2:13-14). La reacción de los pastores fue ir corriendo a Belén, donde hallaron al Rey que acababa de nacer y que yacía en un pesebre en un establo. Más tarde, regresaron a sus campos «… glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto…» (v. 20). Ver cara a cara al Hijo de Dios movió a los pastores a adorar al Padre.
Considera hoy cuál es tu reacción ante la llegada de Jesús a la tierra. ¿Hay lugar en tu corazón para adorar durante este día que celebra Su nacimiento?
—JBS
El coro del cielo bajó para cantar cuando el Rey celestial descendió para salvar.
Muerte derrotada
Lectura: 1 Corintios 15:50-58
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? —1 Corintios 15:55
Los investigadores en medicina trabajan incansablemente para encontrar una cura para el cáncer, una pista sobre el misterio del Mal de Alzheimer y alguna forma de acabar con una hueste de debilitantes enfermedades. Pero ¿qué pasaría si te despertaras y leyeras una noticia que dice: ¡LA MUERTE HA SIDO DERROTADA!? ¿Lo creerías? ¿Podrías creerlo?
El Nuevo Testamento proclama que, para el creyente en Cristo, la muerte verdaderamente ha sido destruida, se volvió inactiva y ya no es capaz de hacer lo que hacía antes. «Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria» (1 Corintios 15:54).
Esta buena noticia es para todos los que la reciban, tal como el ángel les dijo a los pastores cuando Jesús nació. «No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor» (Lucas 2:10-11).
El nacimiento de Jesús fue el principio del final de la muerte. «… el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Corintios 15:56-57).
¡Por esta razón, celebramos la Navidad!
—DCM
El nacimiento de Cristo trajo a Dios al hombre; Su cruz lleva el hombre a Dios.
NUESTRO PAN DIARIO
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