¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?… —Mateo 20:15
Conocí un hombre que estaba absolutamente convencido de que Dios no podía perdonarle todo lo que había hecho. Un anciano se ocupó de él, y, al año, me alegró saber que aquel joven, además de haber aceptado a Cristo como su Salvador, estudiaba fervientemente las Escrituras. Sin embargo, tres años después, cuando hablé con él, noté que había perdido el entusiasmo y que se quejaba, diciendo: «No entiendo cómo puede Dios permitir que los malos prosperen mientras tantos hijos suyos (incluido yo, podría haber agregado) luchan para llegar a fin de mes». Las quejas le habían quitado el gozo de la fe.
Como les sucede a muchos, olvidó cuánto había necesitado la gracia de Dios. Había perdido la gratitud que sintió cuando recibió a Cristo. Esto nos recuerda a los obreros de la viña, en la parábola de Jesús (Mateo 20:1-16): empezaron a preocuparse por lo que sucedía con los demás (vv. 10-12).
Aunque Dios no nos debe nada, cuando aceptamos a Cristo, nos da gratuitamente la salvación que ha prometido. Después, su generosidad aumenta al enviar su Espíritu para ayudarnos en esta vida, mientras nos preparamos para disfrutar el gozo de la eternidad con Él. Las aparentes injusticias de la vida exigen que mantengamos nuestra mirada en Él y en su Palabra… no en los demás.
—RKK
Lo único que necesitas para estar contento es saber esto: Dios es bueno.
NUESTRO PAN DIARIO
Antes del principio
Lectura: Génesis 1
… Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. —Juan 17:5
Cuando mi hijo era adolescente, me hizo una de esas preguntas que hacen que uno merezca su salario como padre. «Papá —inquirió Esteban—, si Dios ha existido desde la eternidad, ¿qué hacía antes de crear el universo?».
Así que, ¿qué sucedía en los eones previos al momento en que «creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1:1)? Por un lado, sabemos que, antes de la creación, había «sabiduría» que procedía del carácter de Dios. Tal sabiduría, personificada en Proverbios 8:23, declaró: «Desde la eternidad fui establecida, desde el principio, desde los orígenes de la tierra».
También sabemos que el plan divino de salvación por gracia fue una de las obras antes de que el mundo fuera puesto en su lugar. En 2 Timoteo 1:9, leemos que la gracia «nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad». Asimismo, Tito 1:2 dice que la promesa de la vida eterna se hizo «desde los tiempos eternos». Además, sabemos que Jesucristo era glorificado y amado en la presencia de Dios «antes que el mundo existiera» (Juan 17:5; ver también v. 24).
Estos pequeños atisbos de Dios antes de que creara el mundo nos ayudan a ver un poco la esencia y la magnitud de nuestro Señor maravilloso y eterno. Observamos su majestad y grandeza. Asombroso, ¿no? Adoramos a un Dios que existió desde el principio… y aun antes.
—JDB
«El mundo creado es tan solo un pequeño paréntesis en la eternidad». —Sir Thomas Browne NUESTRO PAN DIARIO
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ESPACIO PARA LA REFLEXION FAMILIAR Y MATRIMONIAL
¿POR QUE LAS MUJERES PERDONAN LAS INFIDELIDADES?
Por. Alejandra Herren, Argentina
Amigas, partamos de una base de realismo. Hace años, en las épocas de las abuelas, la infidelidad también existía, solo que no nos enterábamos (o no queríamos enterarnos), y la relación seguía como si no hubiese sucedido. Hoy, como la fidelidad es un valor cuestionado, cuando nos son infieles normalmente nos damos cuenta o nos lo dicen, con lo cual, debemos hacerles frente a estas situaciones.
La experiencia con la infidelidad hoy ya no es rara, ni algo por lo que una mujer engañada deba sentirse culpable o responsable. Sin embargo, la culpa y preguntas como "¿qué hice mal?" ocupan todo el mundo de una mujer cuando se da esta situación.
Se han violado las emociones, la confianza ha sido traicionada, y esto acarrea el sentimiento de haber sido engañada y estafada.
Sin embargo, los hombres no hacen trampas por razones vinculadas con las mujeres únicamente, sino por motivaciones personales. La infidelidad es una opción personal, y los hombres (convengamos en que también las mujeres) suelen ser muy conscientes de los riesgos y consecuencias que trae. La decisión de engañar a la pareja deriva exclusivamente de los deseos del hombre y sus prioridades.
Según John Defoe, periodista estrella especializado en estos temas e investigador, hay algunas razones fundamentales por las que una mujer suele perdonar los engaños de su pareja: por amor, por consideraciones financieras, por conveniencia, por falta de voluntad para renunciar a un cierto modo de vida, por las dificultades para probar la infidelidad, por los hijos, por miedo al cambio, por su baja autoestima, por la creencia de que una persona que engaña cambiará, por la creencia de que la terapia ayudará a la pareja, por miedo de estar sola, por razones religiosas, por el deseo de mantener la familia intacta, porque alberga la esperanza de que no vuelva a ocurrir.
Personalmente, no sería tan tajante; hay de infidelidades a infidelidades. Una cosa es un momento de debilidad de tu hombre y otra muy distinta si, por ejemplo, descubres que ha venido manteniendo una relación en paralelo durante un tiempo.
Yo he perdonado engaños, lo admito, porque han sido situaciones en las que he considerado que el amor no estaba en juego, solo el sexo. Lo que no perdonaría nunca son las traiciones amorosas: si mi pareja se enamora de otra mujer no hay nada que pueda hacer para salvar la relación.
Pero esa soy yo, porque irse o quedarse también es una decisión personal. ¿Tú qué crees?
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Fuente: Blog la Botica
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¡Dios nunca llega tarde!
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