Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo… (v.
3).
Lectura: Efesios 1:3-14
En 2005, cuando murió Rosa
Parks, heroína de los derechos
civiles en Estados Unidos, Oprah Winfrey consideró un
privilegio elogiar con estas palabras a la mujer que, en 1955, rehusó cederle su asiento en un autobús a un hombre blanco: «Muchas
veces pensé en lo que habrá implicado quedarse sentada, dado el clima que
imperaba en aquella época y lo que podría haberle sucedido. Actuó sin pensar en sí misma
y nos facilitó la vida a todos».
A menudo, usamos la palabra «elogio» para
referirnos a situaciones en las que ponderamos a una persona. Al comienzo de
Efesios, Pablo elogió al Dios vivo: «bendito sea el Dios y Padre». La palabra «bendito» significa «elogiado». Luego, invitó a los
efesios a unirse a él en alabanza al
Señor por todas las
bendiciones espirituales: escogidos y adoptados por el Padre; redimidos,
perdonados y revelados sobre el misterio del evangelio por el Hijo; y
garantizados y sellados por el Espíritu.
Esta gran salvación fue solo obra de
la gracia de Dios.
Mantengamos nuestra mente enfocada en las
bendiciones de Dios en Cristo, para que nuestro corazón desborde en un elogio que declare: «Para alabanza de su gloria».
Señor,
gracias por perdonarme, redimirme, adoptarme y darme a conocer el misterio del
evangelio.
La
alabanza es la canción de un alma liberada.
Nuestro Pan
Diario
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