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jueves, 8 de octubre de 2015

Los segundos cuentan




Hazme saber, Señor, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy (v. 4).
Lectura: Salmo 39:4-13
La biblia en un año: Isaías 23–25; Filipenses 1
A los 59 años de edad, un amigo mío escribió: «Si los 70 años de expectativa de vida habitual se redujeran a un día de 24 horas, en este momento, serían para mí las 8:30 de la noche […]. La vida pasa volando».
La dificultad de admitir que nuestro tiempo en la Tierra es limitado motivó la creación de un reloj de pulsera que te dice qué hora es, calcula cuánto tiempo vas a vivir y muestra la cuenta regresiva de los días que te quedan. Se lo publicita como el reloj «que cuenta tus días, para que hagas que cada segundo cuente».
En el Salmo 39, David reflexiona sobre la brevedad de la vida, diciendo: «Hazme saber, Señor, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy» (v. 4). Describió la extensión de su vida como menor que el ancho de su mano, como solo un momento para Dios y como un mero suspiro (v. 5). Luego, concluyó: «Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti» (v. 7).
El reloj no se detiene. Este es el momento de recurrir al poder del Señor para que nos ayude a convertirnos en la persona que quiere que seamos. Encontrar esperanza en nuestro Dios eterno hace que hoy nuestra vida cobre sentido.
¿Estoy desperdiciando el tiempo? ¿De qué manera hago que mis días cuenten? ¿En qué áreas debo cambiar?
Ahora es el momento de vivir para Jesús.
Nuestro Pan Diario

Lluvia milagrosa
… yo soy Dios, y no hay otro… (Isaías 46:9).
La biblia en un año: Isaías 20–22; Efesios 6
La vida no es fácil para los aldeanos que viven en un terreno montañoso de la provincia de Yunnan, en China. Su principal fuente de alimentos es el maíz y el arroz. Sin embargo, en mayo de 2002, una grave sequía azotó la región y los granos se secaban. Todos estaban preocupados; por eso, se llevaron a cabo varias prácticas supersticiosas para intentar poner fin a la tragedia. Cuando nada funcionó, la gente empezó a culpar a los cinco cristianos de la aldea de ofender a los espíritus de sus antepasados.
Esos creyentes se reunieron para orar. Poco después, el cielo se oscureció y se oyó un trueno. Cayó una lluvia torrencial que duró hasta el día siguiente. ¡Los granos se salvaron! Algunos de los aldeanos creyeron que Dios había enviado la lluvia y quisieron saber más de Él y de Jesús.
En 1 Reyes 17–18, leemos sobre una tremenda sequía en Israel. Pero, en ese caso, se nos dice que fue el resultado del juicio de Dios sobre su pueblo (17:1). El pueblo había empezado a adorar a Baal, el dios cananeo, creyendo que podría enviar lluvia para sus granos. A través del profeta Elías, Dios mostró que Él es el Dios verdadero que controla las lluvias.
El Señor todopoderoso oye nuestras oraciones y siempre responde con lo mejor para nuestra vida.
¿Qué necesidad tienes que presentar hoy a Dios?
Mediante la oración, recurrimos al poder del Dios infinito.
Nuestro Pan Diario
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NOTICIAS CRISTIANAS












































































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