Estas
cosas os he escrito […] para que sepáis que tenéis vida eterna… (v. 13).
Mientras
estaba sentado en un tren, camino a una cita importante, empecé a preguntarme
si había tomando la línea correcta. Era la primera vez que hacía ese recorrido
y no había pedido indicaciones. Finalmente, vencido por la incertidumbre, bajé
en la estación siguiente… ¡solamente para que me dijeran que estaba en el tren
acertado!
Ese
incidente me recuerda que las dudas pueden robarnos la paz y la confianza. Una
vez, había luchado con el tema de la seguridad de mi salvación, pero Dios me
ayudó a vencer esa incertidumbre. Al tiempo, después de hablar sobre mi
conversión y la certeza que tengo de ir al cielo, alguien preguntó: «¿Cómo
puedes estar seguro de que eres salvo y que vas al cielo?». Con confianza y
humildad, repetí el versículo que el Señor había usado para ayudarme: «Estas
cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para
que sepáis que tenéis vida eterna» (1 Juan 5:13).
Dios
promete que, por la fe en su Hijo Jesús, ya tenemos vida eterna: «Dios nos ha
dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo» (v. 11). Esta seguridad
perfecciona nuestra fe, nos levanta cuando estamos desanimados y nos da valor
cuando dudamos.
—
Señor,
ayúdame a recordar las promesas de tu Palabra cuando tenga dudas. Gracias por
la vida eterna que me diste al creer en Cristo.
Las
dudas desaparecen al recordar las promesas de Dios.
Nuestro
Pan Diario
Atravesar
la oscuridad
El
Señor te será por luz perpetua… (v. 19).
Lo
vi por primera vez cuando era estudiante universitaria. Una fría noche de
otoño, lejos de las luces de la ciudad, iba en una carreta con mis ruidosos
amigos, cuando el cielo se iluminó de colores en el horizonte. Quedé fascinada.
Desde entonces, me ha cautivado el fenómeno llamado aurora boreal,
conocido también como luces del norte. Suele verse más al norte de donde yo
vivo, pero, a veces, se observa más al sur. Tras haberla visto una vez, anhelo
verla de nuevo. Cuando las condiciones son favorables, les digo a mis amigos,
tan fascinados como yo: «Tal vez sea esta noche…».
En
las Escrituras, la luz y la gloria se usan para describir la venida del Señor.
Un día, el sol y la luna serán innecesarios (Isaías 60:19). También, el apóstol
Juan describe así a Dios en su trono: «Y el aspecto del que estaba sentado era
semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco
iris, semejante en aspecto a la esmeralda» (Apocalipsis 4:3).
Un
círculo color esmeralda es una descripción apropiada de las luces del norte.
Por eso, cuando veo (ya sea en persona o en un cuadro) esa luz gloriosa
que aparece en el cielo, la considero un anticipo de lo que vendrá, y alabo a
Dios porque su gloria atraviesa aun hoy la oscuridad.
Señor,
gracias porque la oscuridad un día terminará.
Jesús
vino para iluminar a un mundo en tinieblas.
Nuestro
Pan Diario
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