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sábado, 3 de octubre de 2015

Mejor que despertarse




… hoy estarás conmigo en el paraíso (v. 43).
La biblia en un año: Isaías 17–19; Efesios 5:17-33
¿Alguna vez sentiste que tu vida se arruinaba por haber hecho algo vergonzoso o, incluso, delictivo… y después te despertaste y te diste cuenta de que estabas soñando? Pero ¿qué pasaría si no fuera solamente una pesadilla? ¿Y si la situación fuera real, para ti o un ser querido?
Esto fue lo que sucedió en la novela de George MacDonald, The Curate´s Awakening [El despertar del párroco], donde el ministro descubre que ha estado hablando en nombre de un Dios en quien ni siquiera sabe si cree. Tiempo después, lo llaman para que hable con un joven que está volviéndose loco y a punto de morir, torturado por un asesinato que cometió.
En la reveladora lucha que le sigue, el párroco descubre lo que todos necesitamos comprender: el alivio de despertarse tras una pesadilla no se compara en absoluto con tomar conciencia de la realidad del perdón de Dios, el cual, alguna vez, pensamos que era demasiado bueno para que fuera cierto.
¿Dónde hallaremos la misericordia que necesitamos? En Jesús, quien, desde su propia cruz, le dijo a un criminal que le rogó que lo ayudara: «… hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:43).
Padre celestial, ayúdanos a creer que nuestro perdón es tan cierto como el precio que pagaste para rescatarnos.
Somos salvos por la gracia de Dios, no por mérito personal.
Nuestro Pan Diario

¡Tenemos fruta!
Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis… (v. 13).
La biblia en un año: Isaías 14–16;Efesios 5:1-16
La joven madre suspiraba mientras buscaba qué darle de comer a su hijita de tres años. Al ver la canasta de frutas vacía sobre la mesa, se lamentó «¡Si tan solo tuviera unas frutas, me sentiría rica!». Su hijita la escuchó.
Pasaron varias semanas, y Dios continuaba sustentándolas, pero la madre seguía preocupada. Un día, la niñita entró en la cocina y, señalando la canasta llena de frutas, exclamó: ¡Mira, mamá, somos ricas!». El único cambio era que la familia había comprado una bolsa de manzanas.
Cuando Josué, el líder israelita, estaba a punto de morir, mencionó todo lo que Dios había hecho por ellos: «anduvieron muchos días en el desierto», y el Señor les ha «dado a ustedes tierras que no trabajaron, ciudades que no edificaron, y hasta comen de las viñas y olivares que no plantaron (Josué 24:7, 13 RVC). Josué colocó una piedra grande para que Israel recordara la provisión divina (v. 26).
Tal como los israelitas, después de un tiempo de luchas y escasez, aquella familia vive ahora en otro lugar, con árboles frutales en su jardín. Si los visitas, verás una canasta con frutas en la cocina. Tal como aquella piedra a los israelitas, les recuerda la bondad de Dios, y la fe, el gozo y la visión de aquella niñita de tres años.
Señor, gracias por tu provisión permanente. Confío en ti. Dime qué quieres que haga.Recordar cómo proveyó Dios ayer nos da fuerza y esperanza para el futuro.
Nuestro Pan Diario
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