…
hoy estarás conmigo en el paraíso (v. 43).
Lectura:
Lucas 23:33-43
La
biblia en un año: Isaías 17–19; Efesios 5:17-33
¿Alguna
vez sentiste que tu vida se arruinaba por haber hecho algo vergonzoso o,
incluso, delictivo… y después te despertaste y te diste cuenta de que estabas
soñando? Pero ¿qué pasaría si no fuera solamente una pesadilla? ¿Y si la
situación fuera real, para ti o un ser querido?
Esto
fue lo que sucedió en la novela de George MacDonald, The Curate´s Awakening [El
despertar del párroco], donde el ministro descubre que ha estado hablando en
nombre de un Dios en quien ni siquiera sabe si cree. Tiempo después, lo llaman
para que hable con un joven que está volviéndose loco y a punto de morir,
torturado por un asesinato que cometió.
En
la reveladora lucha que le sigue, el párroco descubre lo que todos necesitamos
comprender: el alivio de despertarse tras una pesadilla no se compara en
absoluto con tomar conciencia de la realidad del perdón de Dios, el cual,
alguna vez, pensamos que era demasiado bueno para que fuera cierto.
¿Dónde
hallaremos la misericordia que necesitamos? En Jesús, quien, desde su propia
cruz, le dijo a un criminal que le rogó que lo ayudara: «… hoy estarás conmigo
en el paraíso» (Lucas 23:43).
Padre
celestial, ayúdanos a creer que nuestro perdón es tan cierto como el precio que
pagaste para rescatarnos.
Somos
salvos por la gracia de Dios, no por mérito personal.
Nuestro
Pan Diario
¡Tenemos
fruta!
Y
os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no
edificasteis… (v. 13).
Lectura:
Josué 24:2, 8-14
La
biblia en un año: Isaías 14–16;Efesios 5:1-16
La
joven madre suspiraba mientras buscaba qué darle de comer a su hijita de tres
años. Al ver la canasta de frutas vacía sobre la mesa, se lamentó «¡Si tan
solo tuviera unas frutas, me sentiría rica!». Su hijita la escuchó.
Pasaron
varias semanas, y Dios continuaba sustentándolas, pero la madre seguía
preocupada. Un día, la niñita entró en la cocina y,
señalando la canasta llena de frutas, exclamó: ¡Mira, mamá, somos
ricas!». El único cambio era que la familia había comprado una bolsa
de manzanas.
Cuando
Josué, el líder israelita, estaba a punto de morir, mencionó todo lo que Dios
había hecho por ellos: «anduvieron muchos días en el desierto», y el Señor les
ha «dado a ustedes tierras que no trabajaron, ciudades que no edificaron, y
hasta comen de las viñas y olivares que no plantaron (Josué 24:7, 13 RVC).
Josué colocó una piedra grande para que Israel recordara la provisión divina
(v. 26).
Tal
como los israelitas, después de un tiempo de luchas y escasez, aquella familia
vive ahora en otro lugar, con árboles frutales en su jardín. Si los visitas,
verás una canasta con frutas en la cocina. Tal como aquella piedra a los
israelitas, les recuerda la bondad de Dios, y la fe, el gozo y la visión de
aquella niñita de tres años.
Señor,
gracias por tu provisión permanente. Confío en ti. Dime qué quieres que
haga.Recordar cómo proveyó Dios ayer nos da fuerza y esperanza para
el futuro.
Nuestro
Pan Diario
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NOTICIAS CRISTIANAS
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