… el Señor ha consolado a su pueblo, y de
sus pobres tendrá misericordia (v. 13).
Lectura: Isaías 49:13-20
La biblia en un año: Jeremías 1–2; 1 Timoteo 3
Es raro que haya una época sin problemas
en nuestra vida; pero, a veces, es aterrador cuando aparecen de repente.
Una mujer vio que toda su familia, excepto
sus dos hijas pequeñas, fue asesinada durante el genocidio en Ruanda en 1994.
Actualmente, es una viuda entre muchas otras, con poco dinero, pero que se
niega a caer derrotada. Ha adoptado a dos huérfanos, y confía en que Dios
proveerá para los gastos de comida y escuela de su familia formada por cinco
personas. Traduce literatura cristiana al idioma de su país y organiza una
conferencia anual para las otras viudas. Mientras me contaba su historia,
lloraba; pero, para cada problema de su vida, tiene un remedio sencillo: «Para
esto, tengo a Jesús».
Dios sabe perfectamente lo que estás
enfrentando. Isaías nos recuerda que el Señor nos conoce tan íntimamente que es
como si nuestro nombre estuviera escrito en las palmas de sus manos (Isaías
49:16). Además, nos ha dado su Espíritu para guiarnos, consolarnos y
fortalecernos.
Piensa en los desafíos que enfrentas en
este momento y, luego, escribe al lado de cada uno, como un recordatorio de la
fidelidad y el cuidado de Dios: «Para esto, tengo a Jesús».
Señor Jesús, gracias por tu fidelidad y
por estar a mi lado en este momento.
La vida adquiere perspectiva bajo la luz
de Cristo.
Nuestro Pan Diario
El gozo de
tu presencia
Porque
grande es el Señor, y
digno de suprema alabanza; temible sobre todos los dioses (Salmo 96:4).
Lectura:
Salmo 145:1-18
«La finalidad
principal del ser humano es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre», expresa el Catecismo de
Westminster. Gran parte de las Escrituras invitan a dar gracias y adorar
alegremente al Dios vivo. Cuando honramos al Señor, estamos celebrando que Él es la fuente de donde fluye
toda bondad.
Cuando
alabamos al Señor de
corazón,
experimentamos esa condición gozosa para la que fuimos creados. Tal
como un hermoso atardecer o un pacífico paisaje pastoral apuntan a la majestad
del Creador, así también la adoración profundiza nuestra comunión espiritual con Él. El salmista declaró: «Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza
[…].
Cercano está el Señor a todos los que le invocan» (Salmo 145:3, 18).
Dios no
necesita nuestra adoración, pero
nosotros necesitamos adorarlo. Al disfrutar de su presencia, bebemos del gozo
de su amor infinito y nos regocijamos en Aquel que vino para redimirnos y
restaurarnos. «Me
mostrarás la
senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra
para siempre», expresó el salmista (Salmo 16:11).
Querido
Señor, tú eres el Dios grande y poderoso,
el Creador del universo. Alabaré siempre tu nombre. No hay otro Dios aparte
de ti.
La
adoración es un
corazón que
rebosa de alabanza a Dios.
Nuestro
Pan Diario
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NOTICIAS CRISTIANAS
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