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miércoles, 28 de octubre de 2015

Perdiste la oportunidad




… si tuviese toda la fe, […] y no tengo amor, nada soy (v. 2).
La biblia en un año: Jeremías 12–14; 2 Timoteo 1
Hoy escuché las palabras más tristes. Dos creyentes en Cristo discutían sobre un tema. El mayor parecía engreído mientras esgrimía las Escrituras como un arma, atacando los errores que veía en la vida del otro. El más joven parecía cansado del sermón, hastiado de aquella persona y desanimado.
Cuando la conversación estaba a punto de terminar, el mayor hizo un comentario sobre el aparente desinterés del muchacho. «Solías estar tan entusiasmado —señaló, y se detuvo repentinamente—. No sé qué es lo que quieres».
«Usted perdió la oportunidad de amarme —dijo el joven—. Desde que me conoce, parece que lo que más le importa es señalarme todo lo que piensa que hago mal. ¿Qué quiero? Quiero ver a Jesús… en usted y a través de usted».
Si me hubiesen dicho algo así —pensé—, me habría sentido devastado. En ese momento, comprendí que el Espíritu Santo estaba diciéndome que hubo personas a quienes perdí la oportunidad de amar. También me di cuenta de que hubo otras que no pudieron ver a Cristo en mí.
El apóstol Pablo nos dice que el amor debe ser el motor de todo lo que hacemos (1 Corintios 13:1-4). No desperdiciemos la próxima oportunidad de mostrar amor.
Pídele hoy al Espíritu Santo que te muestre a quién no le mostraste amor, y que te dé la oportunidad de decirle que te perdone y empieces a amarlo.
El amor supera siempre los sermones.
Nuestro Pan Diario

Guardado en mi corazón
En mi corazón he guardado tus dichos… (v. 11).
La biblia en un año: Jeremías 9–11; 1 Timoteo 6
Estoy acostumbrándome a leer revistas digitales, y me siento bien al estar protegiendo los árboles. Además, no tengo que esperar que los ejemplares me lleguen por correo. Sin embargo, echo de menos las ediciones impresas, porque me gusta deslizar los dedos por las hojas satinadas y recortar mis recetas favoritas.
También tengo una edición digital de la Biblia en mi dispositivo móvil, pero sigo conservando mi Biblia impresa favorita, la cual he subrayado y leído muchas veces. No tenemos idea de cuál será el futuro de la página impresa, pero algo sí sabemos: el mejor lugar para la Palabra de Dios no son los teléfonos celulares, los dispositivos de lectura móviles ni la mesa de noche.
En el Salmo 119, leemos sobre atesorar las Escrituras en nuestro corazón: «En mi corazón he guardado tus dichos» (v. 11). Nada se compara con reflexionar en la Palabra de Dios, aprender más de Él y poner en práctica sus verdades en nuestra vida cotidiana. El mejor lugar para la Biblia yace en lo profundo de nuestra alma.
Aunque tengamos muchas excusas para no leer, meditar o memorizar, necesitamos la Palabra de Dios. Mi oración al Señor es que nos ayude a guardarla en el mejor lugar posible: nuestro corazón.
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Señor, dame deseos de leer tu Palabra. Implántala en mi corazón y ayúdame a ponerla en práctica.
Nuestro corazón es el mejor lugar para la Palabra de Dios.
Nuestro Pan Diario
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