…
si tuviese toda la fe, […] y no tengo amor, nada soy (v. 2).
Lectura:
1 Corintios 13
La
biblia en un año: Jeremías 12–14; 2 Timoteo 1
Hoy
escuché las palabras más tristes. Dos creyentes en Cristo discutían sobre un
tema. El mayor parecía engreído mientras esgrimía las Escrituras como un arma,
atacando los errores que veía en la vida del otro. El más joven parecía
cansado del sermón, hastiado de aquella persona y desanimado.
Cuando
la conversación estaba a punto de terminar, el mayor hizo un comentario sobre
el aparente desinterés del muchacho. «Solías estar tan entusiasmado
—señaló, y se detuvo repentinamente—. No sé qué es lo que quieres».
«Usted
perdió la oportunidad de amarme —dijo el joven—. Desde que me conoce, parece
que lo que más le importa es señalarme todo lo que piensa que hago mal. ¿Qué
quiero? Quiero ver a Jesús… en usted y a través de usted».
Si
me hubiesen dicho algo así —pensé—, me habría sentido devastado. En ese
momento, comprendí que el Espíritu Santo estaba diciéndome que hubo personas a
quienes perdí la oportunidad de amar. También me di cuenta de que hubo otras
que no pudieron ver a Cristo en mí.
El
apóstol Pablo nos dice que el amor debe ser el motor de todo lo que hacemos (1
Corintios 13:1-4). No desperdiciemos la próxima oportunidad de mostrar amor.
Pídele
hoy al Espíritu Santo que te muestre a quién no le mostraste amor, y que te dé
la oportunidad de decirle que te perdone y empieces a amarlo.
El
amor supera siempre los sermones.
Nuestro
Pan Diario
Guardado en mi
corazón
En
mi corazón he guardado tus dichos… (v. 11).
Lectura:
Salmo 119:9-16
La
biblia en un año: Jeremías 9–11; 1 Timoteo 6
Estoy
acostumbrándome a leer revistas digitales, y me siento bien al estar
protegiendo los árboles. Además, no tengo que esperar que los ejemplares me
lleguen por correo. Sin embargo, echo de menos las ediciones impresas, porque
me gusta deslizar los dedos por las hojas satinadas y recortar mis recetas
favoritas.
También
tengo una edición digital de la Biblia en mi dispositivo móvil, pero sigo
conservando mi Biblia impresa favorita, la cual he subrayado y leído muchas
veces. No tenemos idea de cuál será el futuro de la página impresa, pero algo
sí sabemos: el mejor lugar para la Palabra de Dios no son los teléfonos
celulares, los dispositivos de lectura móviles ni la mesa de noche.
En
el Salmo 119, leemos sobre atesorar las Escrituras en nuestro corazón: «En mi
corazón he guardado tus dichos» (v. 11). Nada se compara con reflexionar en la
Palabra de Dios, aprender más de Él y poner en práctica sus verdades en nuestra
vida cotidiana. El mejor lugar para la Biblia yace en lo profundo de nuestra
alma.
Aunque
tengamos muchas excusas para no leer, meditar o memorizar, necesitamos la
Palabra de Dios. Mi oración al Señor es que nos ayude a guardarla en el mejor
lugar posible: nuestro corazón.
—
Señor,
dame deseos de leer tu Palabra. Implántala en mi corazón y ayúdame a ponerla en
práctica.
Nuestro
corazón es el mejor lugar para la Palabra de Dios.
Nuestro
Pan Diario
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