… sometida a prueba vuestra fe, […] sea
hallada en alabanza, gloria y honra… (1 Pedro 1:7).
Lectura: Marcos 4:35–5:1
La biblia en un año: Jeremías 20–21; 2 Timoteo 4
En el libro de Marcos, leemos sobre una
tormenta terrible. Los discípulos estaban con Jesús en un barco, cruzando el
Mar de Galilea. Cuando «se levantó una gran tempestad de viento», los
discípulos, entre los cuales había algunos pescadores experimentados, temieron
ahogarse (4:37-38). ¿A Dios no le importaba? ¿No habían sido escogidos por
Jesús y eran los más cercanos a Él? ¿No estaban obedeciendo al que había dicho
que cruzaran a la otra orilla (v. 35)? ¿Por qué estaban atravesando un momento
tan turbulento?
Nadie está exento de las tormentas de la
vida. Pero, así como los discípulos que en un primer momento tuvieron miedo a
la tormenta veneraron más a Cristo después, nosotros también podemos aprender a
conocer más a Dios a través de las tormentas que enfrentamos. «¿Quién es
éste, que aun el viento y el mar le obedecen?», se preguntaron los discípulos
(v. 41). Nuestras pruebas pueden enseñarnos que ninguna tormenta, por más
fuerte que sea, va a impedir que Dios lleve a cabo su voluntad (5:1).
Aunque no entendamos la razón por la cual el
Señor permite que enfrentemos pruebas, le damos gracias porque, a través de
ellas, llegamos a conocerlo mejor. Vivimos para servirlo porque Él ha
preservado nuestra vida.
Señor, ayúdame a mantenerme en calma porque
estoy seguro en ti. Las tormentas de la vida demuestran la fortaleza de nuestra
Ancla.
Nuestro Pan Diario
¡Prohibido tocar la cerca!
… Dios […] tenía misericordia de su pueblo (2
Crónicas 36:15).
Lectura: Jeremías 18:1-12
La biblia en un año: Jeremías 18–19; 2 Timoteo 3
Cuando era niña, fui con mis padres a visitar
a mi bisabuela, que vivía cerca de una granja. El patio estaba rodeado de una
cerca electrificada, que impedía que las vacas entraran y comieran el pasto.
Cuando pedí permiso para ir a jugar afuera, estuvieron de acuerdo, pero me
explicaron que, si tocaba la cerca, podría recibir una descarga eléctrica.
Lamentablemente, no les hice caso: toqué con
el dedo el alambre de púas y me golpeó una corriente lo
suficientemente fuerte como para enseñarle una lección a una vaca. En ese
momento, me di cuenta de que mis padres me habían advertido porque me amaban y
no querían que me lastimara.
Cuando Dios vio a los israelitas que adoraban
ídolos en Jerusalén, «envió constantemente palabra a ellos […], porque él tenía
misericordia de su pueblo» (2 Crónicas 36:15). Les habló a través del profeta
Jeremías, pero el pueblo dijo que seguiría con sus planes (Jeremías 18:12). Por
eso, el Señor permitió que Nabucodonosor destruyera la ciudad y capturara a la
mayoría de sus habitantes.
Tal vez Dios está advirtiéndote sobre un
pecado en tu vida. Si es así, no te desanimes, ya que es una demostración de su
compasión (Hebreos 12:5-6). Él ve lo que está por delante y quiere evitarnos
futuros problemas.
Señor, que perciba la motivación de tu
corazón detrás de tus palabras.
Las advertencias de Dios son para protegernos;
no para castigarnos.
Nuestro Pan Diario
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