…
cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia… (v. 20).
Lectura:
Lucas 15:11-24
La
biblia en un año: Mateo 14:1-21
Cuando
estábamos atravesando un desafío muy particular con nuestro hijo, un amigo me
llamó después de una reunión en la iglesia y me dijo: «Quiero que sepas que oro
por ti y por tu hijo todos los días». Y agregó: «¡Me siento tan culpable!».
«¿Por
qué?», le pregunté.
«Porque
nunca tuve que lidiar con hijos descarriados —respondió, encogiéndose de
hombros—. Mis hijos se ajustaron bastante a las reglas. Pero no fue por lo que
yo haya hecho o dejado de hacer. Ellos toman sus propias decisiones».
Quise
abrazarlo. Su compasión fue un regalo de Dios que me recordó que el Padre
entendía mi lucha.
Nadie
comprende mejor la lucha con hijos descarriados que nuestro Padre celestial. La
historia de ese joven, en Lucas 15, es la nuestra y la de Dios. Jesús la
relató para beneficio de todos los pecadores que necesitan desesperadamente
volver a la casa de su Creador y descubrir la calidez de la comunión amorosa
con Él.
Jesús
es Dios encarnado, quien nos ve desde lejos y nos mira con compasión. Es Dios
corriendo hacia nosotros para abrazarnos. Es el beso del cielo que da la
bienvenida a casa al pecador arrepentido (v. 20).
Dios
no solo deja la luz encendida en la entrada, sino que está afuera
observando, esperando y llamándonos para que volvamos a casa.
— jb
Señor,
que nuestros hijos descarriados vuelvan a ti.
Nuestro
Pan Diario
Un
anticipo del cielo
…
procurad abundar en [dones espirituales] para edificación de la iglesia
(v. 12).
Lectura:
1 Corintios 14:6-12, 26
La
biblia en un año: Mateo 12:1-23
El
jardín botánico frente a nuestra iglesia fue el escenario de un encuentro
congregacional comunitario. Mientras saludaba gente que conocía desde hacía
años, me ponía al día con los que no había visto por mucho tiempo y disfrutaba
del hermoso entorno que era fruto de personas que sabían de plantas y las
amaban, me di cuenta de que me rodeaban símbolos de cómo debe funcionar la
iglesia: un pequeño atisbo del cielo en la Tierra.
Un
jardín es el lugar donde cada planta se coloca para crecer. Los jardineros
preparan el suelo, protegen las plantas de las plagas y se aseguran de
que reciban nutrientes, agua y luz solar. El resultado es un sitio
hermoso, colorido y fragante, donde la gente disfruta.
Del
mismo modo, la iglesia debe ser un lugar donde todos trabajen juntos en amor para
la gloria de Dios y el bien común, cada uno florezca al vivir en un entorno
seguro y supla las necesidades del otro (1 Corintios 14:26).
Como
las plantas bien cuidadas, las personas que crecen en un medio saludable tienen
un aroma agradable que atrae a otros hacia Dios, ya que exhiben la belleza del
amor divino. La iglesia no es perfecta, pero es, sin duda, un anticipo del
cielo.
¿Cómo
puedes promover la salud de la iglesia? Pídele al Señor que te ayude a servir a
otros como lo hizo Cristo.
Nuestro
Pan Diario
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