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lunes, 25 de enero de 2016

¡Bienvenido a casa!



… cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia… (v. 20).
Lectura: Lucas 15:11-24
La biblia en un año: Mateo 14:1-21
Cuando estábamos atravesando un desafío muy particular con nuestro hijo, un amigo me llamó después de una reunión en la iglesia y me dijo: «Quiero que sepas que oro por ti y por tu hijo todos los días». Y agregó: «¡Me siento tan culpable!».
«¿Por qué?», le pregunté.
«Porque nunca tuve que lidiar con hijos descarriados —respondió, encogiéndose de hombros—. Mis hijos se ajustaron bastante a las reglas. Pero no fue por lo que yo haya hecho o dejado de hacer. Ellos toman sus propias decisiones».
Quise abrazarlo. Su compasión fue un regalo de Dios que me recordó que el Padre entendía mi lucha.
Nadie comprende mejor la lucha con hijos descarriados que nuestro Padre celestial. La historia de ese joven, en Lucas 15, es la nuestra y la de Dios. Jesús la relató para beneficio de todos los pecadores que necesitan desesperadamente volver a la casa de su Creador y descubrir la calidez de la comunión amorosa con Él.
Jesús es Dios encarnado, quien nos ve desde lejos y nos mira con compasión. Es Dios corriendo hacia nosotros para abrazarnos. Es el beso del cielo que da la bienvenida a casa al pecador arrepentido (v. 20).
Dios no solo deja la luz encendida en la entrada, sino que está afuera observando, esperando y llamándonos para que volvamos a casa.
— jb
Señor, que nuestros hijos descarriados vuelvan a ti.
Nuestro Pan Diario

Un anticipo del cielo
… procurad abundar en [dones espirituales] para edificación de la iglesia (v. 12).
La biblia en un año: Mateo 12:1-23
El jardín botánico frente a nuestra iglesia fue el escenario de un encuentro congregacional comunitario. Mientras saludaba gente que conocía desde hacía años, me ponía al día con los que no había visto por mucho tiempo y disfrutaba del hermoso entorno que era fruto de personas que sabían de plantas y las amaban, me di cuenta de que me rodeaban símbolos de cómo debe funcionar la iglesia: un pequeño atisbo del cielo en la Tierra.
Un jardín es el lugar donde cada planta se coloca para crecer. Los jardineros preparan el suelo, protegen las plantas de las plagas y se aseguran de que reciban nutrientes, agua y luz solar. El resultado es un sitio hermoso, colorido y fragante, donde la gente disfruta.
Del mismo modo, la iglesia debe ser un lugar donde todos trabajen juntos en amor para la gloria de Dios y el bien común, cada uno florezca al vivir en un entorno seguro y supla las necesidades del otro (1 Corintios 14:26).
Como las plantas bien cuidadas, las personas que crecen en un medio saludable tienen un aroma agradable que atrae a otros hacia Dios, ya que exhiben la belleza del amor divino. La iglesia no es perfecta, pero es, sin duda, un anticipo del cielo.
¿Cómo puedes promover la salud de la iglesia? Pídele al Señor que te ayude a servir a otros como lo hizo Cristo.
Nuestro Pan Diario

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