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sábado, 16 de enero de 2016

Eres valioso



… habéis sido comprados por precio… (1 Corintios 6:20).
Lectura: Romanos 5:6-11
La biblia en un año: Mateo 8:18-34
Tras la muerte de mi suegra, mi esposa y yo encontramos en un cajón de su apartamento una caja con monedas de un centavo de dólar grabadas con cabezas de indios. En realidad, ella no coleccionaba monedas, sino que vivió en la época en que esas monedas estaban en circulación, y había guardado algunas.
Varias se encuentran en muy buen estado, pero otras están tan gastadas que apenas se ven las caras. Al dorso, todas dicen «Un centavo». Aunque hoy un centavo no vale casi nada y muchos lo consideran inservible, en aquella época, podrías haber comprado un periódico. Incluso, los coleccionistas las valoran mucho, aunque estén desgastadas.
Quizá te sientas viejo, gastado o fuera de circulación, pero para Dios eres valioso. El Creador del universo te ama, no por tu saber, tu cuerpo, tu vestimenta, tus logros o tu personalidad, ¡sino porque eres una persona! El Señor recorrería cualquier distancia y pagaría lo que fuera necesario para que seas suyo (1 Corintios 6:20).
En realidad, eso fue lo que hizo: descendió del cielo a la Tierra y te compró con su propia sangre (Romanos 5:6, 8-9). Tal es la medida de su amor por ti. Eres sumamente valioso a sus ojos y te ama sin medida.
Señor, cuando pienso en tu amor por mí, me asombra que puedas amar a alguien como yo. Por eso, te alabo.
Nuestro Pan Diario

¡Agárrate fuerte!
Ya pronto vengo. Lo que tienes, no lo sueltes… (v. 11 rvc).
La biblia en un año: Mateo 9:1-17
Un amigo mío, vaquero, creció en un rancho en Texas y tiene muchos dichos interesantes. Uno de los que más me gusta es: «No se necesita mucha agua para hacer buen café». También, cuando alguien abarca más de lo que puede o tiene algún problema, exclama: «¡Agárrate fuerte!», con lo cual quiere decir: «¡Aguanta! ¡Ya llega la ayuda!».
En Apocalipsis, encontramos cartas «a las siete iglesias que están en Asia» (caps. 2–3). Esos mensajes de Dios están repletos de ánimo, reprensiones y desafíos, y nos hablan hoy a nosotros tal como lo hicieron a sus receptores en el primer siglo.
En ellas, aparecen estas frases: «lo que tenéis, retenedlo» y «retén lo que tienes». A la iglesia de Tiatira, el Señor le dijo que retuviera lo que tenía hasta que Él viniera (2:25), y a la de Filadelfia, que hiciera lo mismo porque Él vendría pronto y la recompensaría (3:11). En medio de grandes pruebas y oposición, aquellos creyentes se aferraron a las promesas de Dios y perseveraron en la fe.
Cuando atravesamos circunstancias difíciles y las tristezas superan las alegrías, Jesús exclama: «¡Aguanta! ¡Aférrate a mis promesas! ¡Ya llega la ayuda!». Y ante tal promesa, puedes agarrarte fuerte por medio de la fe y regocijarte.
Señor, nos aferramos a tu promesa, esperamos tu regreso y decimos con confianza: «Sí, ven, Señor Jesús».
Nuestro Pan Diario
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