…
habéis sido comprados por precio… (1 Corintios 6:20).
Lectura:
Romanos 5:6-11
La
biblia en un año: Mateo 8:18-34
Tras
la muerte de mi suegra, mi esposa y yo encontramos en un cajón de su
apartamento una caja con monedas de un centavo de dólar grabadas con cabezas
de indios. En realidad, ella no coleccionaba monedas, sino que vivió en la
época en que esas monedas estaban en circulación, y había guardado algunas.
Varias
se encuentran en muy buen estado, pero otras están tan gastadas que apenas se
ven las caras. Al dorso, todas dicen «Un centavo». Aunque hoy un centavo no
vale casi nada y muchos lo consideran inservible, en aquella época, podrías haber
comprado un periódico. Incluso, los coleccionistas las valoran mucho, aunque
estén desgastadas.
Quizá
te sientas viejo, gastado o fuera de circulación, pero para Dios eres valioso.
El Creador del universo te ama, no por tu saber, tu cuerpo, tu vestimenta, tus
logros o tu personalidad, ¡sino porque eres una persona! El Señor recorrería
cualquier distancia y pagaría lo que fuera necesario para que seas suyo (1
Corintios 6:20).
En
realidad, eso fue lo que hizo: descendió del cielo a la Tierra y te compró con
su propia sangre (Romanos 5:6, 8-9). Tal es la medida de su amor por ti. Eres
sumamente valioso a sus ojos y te ama sin medida.
Señor,
cuando pienso en tu amor por mí, me asombra que puedas amar a alguien como yo.
Por eso, te alabo.
Nuestro
Pan Diario
¡Agárrate
fuerte!
Ya
pronto vengo. Lo que tienes, no lo sueltes… (v. 11 rvc).
Lectura:
Apocalipsis 3:7-13
La
biblia en un año: Mateo 9:1-17
Un
amigo mío, vaquero, creció en un rancho en Texas y tiene muchos dichos
interesantes. Uno de los que más me gusta es: «No se necesita mucha agua para
hacer buen café». También, cuando alguien abarca más de lo que puede o tiene
algún problema, exclama: «¡Agárrate fuerte!», con lo cual quiere decir:
«¡Aguanta! ¡Ya llega la ayuda!».
En
Apocalipsis, encontramos cartas «a las siete iglesias que están en Asia» (caps.
2–3). Esos mensajes de Dios están repletos de ánimo, reprensiones y desafíos, y
nos hablan hoy a nosotros tal como lo hicieron a sus receptores en el primer
siglo.
En
ellas, aparecen estas frases: «lo que tenéis, retenedlo» y «retén lo que
tienes». A la iglesia de Tiatira, el Señor le dijo que retuviera lo que tenía
hasta que Él viniera (2:25), y a la de Filadelfia, que hiciera lo mismo porque
Él vendría pronto y la recompensaría (3:11). En medio de grandes pruebas y
oposición, aquellos creyentes se aferraron a las promesas de Dios y
perseveraron en la fe.
Cuando
atravesamos circunstancias difíciles y las tristezas superan las alegrías,
Jesús exclama: «¡Aguanta! ¡Aférrate a mis promesas! ¡Ya llega la ayuda!». Y
ante tal promesa, puedes agarrarte fuerte por medio de la fe y regocijarte.
Señor,
nos aferramos a tu promesa, esperamos tu regreso y decimos con confianza: «Sí,
ven, Señor Jesús».
Nuestro
Pan Diario
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