Y
viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto?… (v. 15).
Lectura:
Éxodo 16:11-31
La
biblia en un año: Mateo 18:1-20
Mi
madre enseñó en la escuela dominical durante décadas. Un día, quería mostrar
cómo Dios les proveyó comida a los israelitas en el desierto. Para darle vida a
su relato, hizo un «maná» para los niños de su clase. Cortó trozos pequeños de
pan y les puso miel encima. Su receta se inspiró en la descripción bíblica:
«dulce como el pan con miel» (Éxodo 16:31 tla).
Cuando
los israelitas encontraron el pan que Dios envió del cielo, parecía una helada
sobre la tierra: «Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué
es esto?» (v. 15). La palabra hebrea man significa «qué»; por eso, lo
llamaron maná. Descubrieron que podían molerlo y hacer panes para cocinar
(Números 11:7-8). Sea lo que fuere, llegaba de manera desconcertante (Éxodo
16:4, 14), tenía una consistencia singular (v. 14) y duraba poco (vv. 19-20).
A
veces, Dios provee de modo sorprendente. Esto nos recuerda que nuestras
expectativas no lo limitan y que no podemos predecir lo que hará. Mientras
esperamos, nos concentramos en su Persona y no en lo que podemos hacer para
encontrar gozo y satisfacción en nuestra relación con Él.
Querido
Dios, ayúdame a aceptar tu provisión y la manera en que decides enviarla.
Gracias por ocuparte de mis necesidades y suplirlas.
Nuestro
Pan Diario
Siguen las
dudas
Mas
él conoce mi camino… (v. 10).
Lectura:
Job 23:1-12
La
biblia en un año: Mateo 17
En
2014, una nave espacial estalló durante un vuelo de prueba. El copiloto murió,
mientras que el piloto sobrevivió milagrosamente. Los investigadores
determinaron lo que había sucedido, pero no encontraban la causa. El título de
un artículo periodístico decía: «Siguen las dudas».
En
la vida, experimentamos dolores que no tienen explicación. Algunas catástrofes
tienen consecuencias generales, pero otras son personales, y afectan nuestra
vida y la de nuestros familiares. Queremos saber la razón, pero las preguntas
superan las respuestas. No obstante, aunque luchemos con los «porqués», Dios
nos extiende su amor inalterable.
Cuando
Job perdió a sus hijos y su riqueza en un mismo día (Job 1:13-19), se hundió en
el enojo y la depresión, y rechazó todo intento de explicación de sus amigos.
Sin embargo, tenía esperanzas de que, un día, el Señor le explicara. Por eso,
en medio de su confusión, dijo: «[Dios] conoce mi camino; me probará, y saldré
como oro (23:10).
Oswald
Chambers escribió: «Llegará el día en que el toque personal y directo de Dios
explicará de manera amplia y sorprendente toda lágrima y perplejidad, opresión
y angustia, sufrimiento y dolor, perjuicio e injusticia».
Ante
las dudas de la vida, el amor y las promesas de Dios nos ayudan y nos brindan
esperanza.
Señor,
confío y espero en ti.
Nuestro
Pan Diario
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