Y
estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón ( v. 6 ).
Lectura: Deuteronomio 6:1-12
La
biblia en un año: Mateo 27:51-66
En
mi vecindario, abundan las inscripciones religiosas: en placas, paredes,
puertas, vehículos comerciales e, incluso, en nombres de negocios. Puede leerse
Por la gracia de Dios en un autobús; y El favor divino en el cartel de una
librería. El otro día, no pude evitar sonreír al leer detrás de
un Mercedes Benz: Tome distancia… ¡ángeles en guardia!
Sin
embargo, las inscripciones religiosas no son indicadores confiables del amor de
una persona por Dios. Las palabras exteriores no son las que cuentan, sino que
la verdad que llevamos dentro revela nuestro deseo de ser transformados por Él.
Recuerdo
un programa patrocinado por un ministerio local que distribuía tarjetas con
versículos bíblicos escritos a ambos lados, que ayudaban a las personas a
memorizar la Palabra de Dios. En Deuteronomio 6, Moisés exhortó a Israel a
escribir los mandamientos de Dios «en los postes de [su] casa» (v. 9). Debemos
atesorar la Palabra de Dios en nuestros corazones (v. 6), imprimirla en
nuestros hijos y repetirla «andando por el camino», y al acostarnos y
levantarnos (v. 7).
Que
nuestra fe sea real y nuestro compromiso verdadero, para que podamos amar al
Señor con todo nuestro corazón, nuestra alma y nuestras fuerzas (v. 5).
—
Señor,
que tu Palabra esté escrita sobre mi corazón.
Nuestro
Pan Diario
La
decisión de una viuda
Cercano
está el Señor a los quebrantados de corazón… ( v. 18 ).
Lectura: Salmo 34:15-22
La
biblia en un año: Mateo 27:27-50
Cuando
una amiga perdió de repente a su esposo por un ataque al corazón, lloré con
ella. Como consejera, ella había consolado a muchas personas. Ahora, después de
cuarenta años de matrimonio, se enfrentaba a la horrible perspectiva de volver
a una casa vacía todos los días.
En
medio de su dolor, nuestra amiga se apoyó en Aquel que está «cercano […] a los
quebrantados de corazón». Mientras Dios la acompañaba en su dolor, ella nos
dijo que quería «usar con orgullo el rótulo de viuda», porque sentía que era lo
que el Señor le había dado.
El
dolor siempre es personal, y tal vez otros lo enfrenten de manera diferente. Su
respuesta no alivia su dolor ni hace que su hogar se sienta menos vacío. Sin
embargo, nos recuerda que, incluso en medio de nuestra peor angustia, podemos
confiar en nuestro Dios soberano y amoroso.
El
Padre celestial también sufrió una profunda separación. Mientras Jesús colgaba
de la cruz, exclamó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mateo
27:46). Sin embargo, ¡soportó el dolor y la separación de la crucifixión por
amor a nosotros!
¡Él
nos entiende! Y, como «cercano está el Señor a los quebrantados de
corazón» (SALMO 34:18), encontramos el consuelo que necesitamos. Él está
cerca.
Señor,
recibimos tu consuelo. Gracias por estar cerca de nuestro corazón roto.
Nuestro
Pan Diario
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