Y
no habrá más maldición… ( v. 3 ).
Lectura:
Apocalipsis 22:1-5
La
biblia en un año: Mateo 23:23-39
Tú y
yo tenemos algo en común. Vivimos en un mundo contaminado y confundido, y nunca
conocimos otra cosa. Sin embargo, Adán y Eva podían recordar cómo era el mundo
cuando Dios lo creó: libre de muerte, dificultades y dolor (Génesis 3:16-19).
En el Edén, antes de la caída, el hambre, el desempleo y la enfermedad no
existían. Nadie cuestionaba el poder creador de Dios o su plan para las
relaciones humanas.
El
mundo que heredamos apenas se parece al jardín perfecto de Dios. Citando a C.
S. Lewis: «Este es un mundo bueno que se deterioró, pero todavía conserva el
recuerdo de lo que tendría que haber sido». Gracias a Dios, el vago recuerdo de
lo que debería ser la Tierra es también un vistazo profético a la eternidad.
Allí, tal como Adán y Eva caminaban y hablaban con Dios, los creyentes verán su
rostro y lo servirán directamente. Nada se interpondrá entre Dios y nosotros.
«Y no habrá más maldición» (Apocalipsis 22:3). Ya no habrá pecado, temor ni
remordimientos.
El
pasado y sus consecuencias pueden ensombrecer el presente, pero el destino del
creyente guarda la promesa de algo mejor: la vida en un lugar tan perfecto como
el Edén.
Señor,
ayúdame a recordar que todavía hay mucho por disfrutar y por hacer en este
mundo contaminado. Gracias por la promesa de una vida contigo en un lugar
perfecto.
Nuestro
Pan Diario
Un
líder servicial
…
el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor… ( Mateo
20:26).
Lectura:
1 Reyes 12:1-15
La
biblia en un año: Mateo 23:1-22
En
las sociedades africanas tradicionales, la sucesión al liderazgo es una
decisión importante. Cuando un rey muere, se selecciona con gran cuidado al
próximo soberano. Además de ser de la familia real, el sucesor tiene que
ser fuerte, valiente y sensible. No solo debe ser alguien que lidere, sino
que también lo haga con una actitud servicial.
Aunque
Salomón tomó malas decisiones, se preocupó por quién lo sucedería. «Y ¿quién
sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi
trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi
sabiduría?» (Eclesiastés 2:19). Su hijo Roboam lo sucedió, pero demostró falta
de buen juicio y terminó cumpliendo el peor temor de su padre.
Cuando
las personas pidieron condiciones de trabajo más humanas, fue una oportunidad
para que Roboam mostrara su liderazgo como servidor. Los ancianos le
aconsejaron: «Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, […] ellos
te servirán para siempre» (1 Reyes 12:7). Pero el rey rechazó el consejo. No
quiso buscar a Dios y su respuesta dura dividió el reino y aceleró el deterioro
espiritual del pueblo de Dios (12:14-19).
En
el hogar, el trabajo, la iglesia o el vecindario, necesitamos la sabiduría
divina para servir con humildad en lugar de ser servidos.
—
Padre,
dame un corazón de siervo. Ayúdame a vivir con humildad y compasión.
Nuestro
Pan Diario
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