Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos (
v. 12 ).
Lectura: Salmo 77:1-15
La biblia en un año: Marcos 2
Mientras luchaba con algunas situaciones difíciles con
sus hijos, Juana se sentó en la reunión de alabanza. Exhausta, tenía ganas de
«renunciar» a su papel de madre. Las cuatro reflexiones que escuchó esa mañana
la ayudaron a seguir adelante:
Mira hacia arriba y ora. Asaf expresó que sentía que
Dios se había olvidado de él y lo rechazaba (Salmo 77:9-10). Podemos decirle
todo al Señor con sinceridad y pedirle cualquier cosa. La respuesta quizá no
llegue en el momento o de la manera que esperamos, pero Él no nos
criticará por preguntar.
Mira atrás y recuerda lo que Dios hizo por ti y por
otros. Asaf no habló con Dios solo sobre el dolor; también recordó el poder y
las obras maravillosas del Señor por su pueblo. Escribió: «Me acordaré de las
obras del Señor; sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas» (v. 11).
Mira hacia delante. Piensa en lo bueno que puede salir
de una situación. ¿Qué podrías aprender? ¿Qué puede querer lograr Dios?
¿Qué sabes que hará ya que sus caminos son perfectos? (v. 13).
Mira otra vez. Esta vez, mira tus circunstancias con
los ojos de la fe. Recuérdate a ti mismo que Él es el Dios de grandes
maravillas y que es digno de confianza (v. 14).
Que estas ideas te ayuden a recuperar la perspectiva y
a avanzar en tu andar de fe con Jesús.
Padre, quiero mirarte en medio de mis problemas.
Nuestro Pan Diario
La voz de la fe
Aunque la higuera no florezca […] con todo, yo me
alegraré en el Señor… ( vv. 17-18).
Lectura: Habacuc 3:16-19
La biblia en un año: Marcos 1:23-45
La noticia fue abrumadora. Las lágrimas vinieron con
tanta rapidez que ella no pudo reprimirlas. Las preguntas inundaban su mente, y
el temor amenazaba con abrumarla. Todo iba tan bien cuando, de repente, la
vida fue interrumpida y cambió para siempre sin previo aviso.
La tragedia llega de muchas maneras: una enfermedad,
la pérdida de un ser querido, del patrimonio o del sustento. Puede pasarle a
cualquiera en cualquier momento.
Aunque el profeta Habacuc sabía que se aproximaba una
tragedia, el temor se apoderó de su corazón. Mientras esperaba el día en que
Babilonia invadiría el reino de Judá, su corazón latía fuertemente, y le
temblaban los labios y las piernas (Habacuc 3:16).
El miedo es una emoción legítima frente a la tragedia,
pero no tiene por qué inmovilizarnos. Cuando no entendemos las pruebas que
estamos atravesando, podemos recordar cómo ha obrado Dios en la historia
(vv. 3-15). Eso fue lo que hizo Habacuc; y aunque no disipó sus temores, cobró
valor para seguir adelante al decidir alabar al Señor (v. 18).
Dios ha probado su fidelidad y que siempre está con
nosotros. Como su carácter no cambia, cuando tenemos miedo, podemos decir con
la voz tranquila de la fe: «El Señor es mi fortaleza» (v. 19).
Señor, ayúdame a confiar en ti cuando mi mundo
tiembla.
Nuestro Pan Diario
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