…
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas a los pobres… (v. 18).
Lectura:
Lucas 4:14-21
La
biblia en un año: Mateo 20:17-34
En
sus novelas El proceso y El castillo, Franz Kafka (1883-1924) describe la vida
como una existencia deshumanizada que torna a las personas en un mar de rostros
vacíos, sin identidad ni valía. Escribe: «La cinta transportadora de la vida te
lleva, quién sabe adónde. Uno se transforma en un objeto, una cosa, en lugar de
una criatura viviente».
Al
principio de su ministerio, Jesús fue a la sinagoga de Nazaret, se puso en pie
ante la multitud y leyó en Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar
a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y
vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año
agradable del Señor» (Lucas 4:18-19).
Luego,
se sentó y declaró: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de
vosotros» (v. 21). Siglos antes, el profeta había proclamado esas palabras
(Isaías 61:1-2). Ahora, Jesús anunciaba que Él era el cumplimiento de aquella
promesa.
Observa
a quiénes vino Jesús a rescatar: pobres, quebrantados de corazón, cautivos,
ciegos y oprimidos; personas deshumanizadas por el pecado y el sufrimiento, el
quebrantamiento y la angustia. ¡Vino por nosotros!
Señor,
ten piedad de nosotros, pecadores y sufrientes.
Nuestro
Pan Diario
Refugio
verdadero
Torre
fuerte es el nombre del Señor; a él correrá el justo, y será levantado
(Proverbios 18:10).
Lectura:
Josué 20:1-9
La
biblia en un año: Mateo 8:1-17
En
marzo de 2014, se desató un conflicto tribal en la zona donde nací, lo cual
obligó a mi familia y otros refugiados a resguardarse cerca de la ciudad capital.
A lo largo de la historia, infinidad de personas que se sintieron inseguras en
sus tierras viajaron a otros lugares para encontrar protección y una vida
mejor.
Mientras
visitaba y hablaba con personas de mi pueblo natal, pensé en las ciudades de
refugio, en Josué 20:1-9, las cuales se establecieron para brindar seguridad a
quienes, tras un homicidio accidental, huían de algún pariente «vengador de la
sangre» (v. 3). Allí encontraban paz y protección.
En
la actualidad, la gente sigue buscando refugio, aunque por otras razones. Sin
embargo, por más beneficios materiales que ofrezcan esos santuarios, no pueden
suplir por completo las necesidades de los refugiados y los fugitivos, ya que
tal reposo solo puede encontrarse en Dios. Aquellos que caminan con Él
encuentran verdadero amparo y seguridad. Cuando Israel fue exiliado, el Señor
declaró: «seré para ustedes un pequeño santuario en los países adonde lleguen»
(Ezequiel 11:16 rvc).
Podemos
unirnos al salmista para decirle confiadamente al Señor: «Tú eres mi refugio;
me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás» (32:7).
—
Señor,
que siempre recordemos tu protección.
Nuestro
Pan Diario
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NOTICIAS CRISTIANAS
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