…
Dios […] no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir… (1 Corintios
10:13).
Lectura:
Génesis 39:1-12
La
biblia en un año: Marcos 15:26-47
Cuando
mi padre se convirtió al cristianismo, siendo ya anciano, me fascinó su plan
para vencer la tentación. A veces, simplemente, ¡se marchaba! Por ejemplo,
cuando un desacuerdo entre él y un vecino empezaba a convertirse en una
pelea, se alejaba para no ser tentado a seguir peleando.
Un
día, se reunió con unos amigos, los cuales pidieron pito, una cerveza de
fabricación local. Como él había tenido problemas con el alcohol, había
decidido no tomar más bebidas alcohólicas. Entonces, simplemente, se puso
de pie, se despidió de ellos y dejó la reunión con sus viejos amigos para otro
día.
En
Génesis, leemos cómo tentó la esposa de Potifar a José. Él reconoció
inmediatamente que, si cedía, «pecaría contra Dios» (Génesis 39:9-12).
La
tentación suele golpear a nuestra puerta. A veces, la generan nuestros deseos;
otras, viene de situaciones o personas que encontramos. Como dijo Pablo a los
corintios: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel
es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que
dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar»
(1 Corintios 10:13).
Esta
«salida» tal vez implique descartar los objetos que nos tientan o huir de
ellos. Lo mejor que podemos hacer es alejarnos.
—
Señor,
dame sabiduría y fuerzas para saber cuándo irme.
Nuestro
Pan Diario
Repetición
positiva
Porque
yo te mando hoy que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos… (v.
16).
Lectura:
Deut. 30:11-20
La
biblia en un año: Marcos 15:1-25
Un
periodista tenía la peculiar costumbre de no usar bolígrafos de tinta azul. Por
eso, cuando un colega le preguntó si necesitaba algo de la tienda, le pidió que
le compara algunos bolígrafos, y agregó: «Pero no azules. No quiero bolígrafos
azules. No me gusta el azul. El azul es demasiado deprimente. Así que, por
favor, cómprame doce… ¡pero que no sean azules!». Al día siguiente, su colega
le llevó los bolígrafos… y eran todos azules. Cuando le pidió explicaciones,
este respondió: «No dejabas de decir “azul, azul”. ¡Esa fue la palabra que me
quedó más grabada!». Tantas repeticiones tuvieron un efecto, pero no el
esperado.
Moisés,
quien dio la ley a Israel, también usó repeticiones al pedirle cosas al pueblo.
Más de treinta veces, instó a los israelitas a cumplir fielmente la ley de su
Dios. Sin embargo, el resultado fue lo opuesto. Les dijo que la obediencia les
daría vida y prosperidad, pero que la desobediencia los llevaría a la
destrucción (Deuteronomio 30:15-18).
Cuando
amamos al Señor, deseamos andar en sus caminos, pero no por temor a las
consecuencias, sino porque nos da gozo agradar a Aquel a quien amamos. Esta es
una buena palabra para recordar.
Señor,
que tu Espíritu sea nuestro maestro al leer tu Palabra. Ayúdanos a andar en el
sendero de la obediencia.
Nuestro
Pan diario
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