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jueves, 24 de marzo de 2016

El momento de irse



… Dios […] no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir… (1 Corintios 10:13).
Lectura: Génesis 39:1-12
La biblia en un año: Marcos 15:26-47
Cuando mi padre se convirtió al cristianismo, siendo ya anciano, me fascinó su plan para vencer la tentación. A veces, simplemente, ¡se marchaba! Por ejemplo, cuando un desacuerdo entre él y un vecino empezaba a convertirse en una pelea, se alejaba para no ser tentado a seguir peleando.
Un día, se reunió con unos amigos, los cuales pidieron pito, una cerveza de fabricación local. Como él había tenido problemas con el alcohol, había decidido no tomar más bebidas alcohólicas. Entonces, simplemente, se puso de pie, se despidió de ellos y dejó la reunión con sus viejos amigos para otro día.
En Génesis, leemos cómo tentó la esposa de Potifar a José. Él reconoció inmediatamente que, si cedía, «pecaría contra Dios» (Génesis 39:9-12).
La tentación suele golpear a nuestra puerta. A veces, la generan nuestros deseos; otras, viene de situaciones o personas que encontramos. Como dijo Pablo a los corintios: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1 Corintios 10:13).
Esta «salida» tal vez implique descartar los objetos que nos tientan o huir de ellos. Lo mejor que podemos hacer es alejarnos.
— 
Señor, dame sabiduría y fuerzas para saber cuándo irme.
Nuestro Pan Diario

Repetición positiva
Porque yo te mando hoy que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos… (v. 16).
Lectura: Deut. 30:11-20
La biblia en un año: Marcos 15:1-25
Un periodista tenía la peculiar costumbre de no usar bolígrafos de tinta azul. Por eso, cuando un colega le preguntó si necesitaba algo de la tienda, le pidió que le compara algunos bolígrafos, y agregó: «Pero no azules. No quiero bolígrafos azules. No me gusta el azul. El azul es demasiado deprimente. Así que, por favor, cómprame doce… ¡pero que no sean azules!». Al día siguiente, su colega le llevó los bolígrafos… y eran todos azules. Cuando le pidió explicaciones, este respondió: «No dejabas de decir “azul, azul”. ¡Esa fue la palabra que me quedó más grabada!». Tantas repeticiones tuvieron un efecto, pero no el esperado.
Moisés, quien dio la ley a Israel, también usó repeticiones al pedirle cosas al pueblo. Más de treinta veces, instó a los israelitas a cumplir fielmente la ley de su Dios. Sin embargo, el resultado fue lo opuesto. Les dijo que la obediencia les daría vida y prosperidad, pero que la desobediencia los llevaría a la destrucción (Deuteronomio 30:15-18).
Cuando amamos al Señor, deseamos andar en sus caminos, pero no por temor a las consecuencias, sino porque nos da gozo agradar a Aquel a quien amamos. Esta es una buena palabra para recordar.
Señor, que tu Espíritu sea nuestro maestro al leer tu Palabra. Ayúdanos a andar en el sendero de la obediencia.
Nuestro Pan diario
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