Corramos con paciencia la carrera que tenemos por
delante, puestos los ojos en Jesús… (vv. 1-2).
Lectura: Hebreos 12:1-11
La biblia en un año: Marcos 12:28-44
En 1952, Florence Chadwick intentó nadar unos 42
kilómetros desde la costa de California hasta la isla Santa Catalina. Después
de 15 horas, una niebla espesa comenzó a reducirle la visión, tras lo cual se
desorientó y abandonó. Su desilusión fue grande cuando se enteró de que su
destino estaba apenas a un kilómetro y medio.
Dos meses más tarde, intentó nadar hasta la isla por
segunda vez. La niebla volvió a aparecer, pero, esta vez, Florence alcanzó su
meta, con lo cual se convirtió en la primera mujer en nadar en el Canal de
Catalina. Chadwick dijo que mantenía en su mente una imagen de la costa aunque
no podía verla.
Cuando los problemas de la vida nublan nuestra visión,
tenemos la oportunidad de aprender a ver nuestra meta con los ojos de la fe. La
carta a los Hebreos, en el Nuevo Testamento, nos exhorta a que «corramos con
paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe» (12:1-2). Cuando sentimos deseos de rendirnos,
estas palabras no solo nos instan a recordar lo que Jesús sufrió por nosotros,
sino que Él también nos ayuda a soportar las dificultades y seguir avanzando…
hasta que lo veamos cara a cara.
Padre, ayúdame a poner mis ojos en ti y confiar en tus
buenos propósitos en medio de los desafíos de la vida.
Nuestro Pan Diario
Extranjeros
Porque esperaba la ciudad […] cuyo arquitecto y
constructor es Dios (v. 10).
Lectura: Hebreos 11:8-16
La biblia en un año: Marcos 12:1-27
Para estar segura, señalé en mi mapa dónde había
estacionado la bicicleta. Como la orientación no es mi fuerte, sabía que podía
perderme fácilmente en este laberinto de caminos con edificios históricos.
La vida tendría que haber sido idílica, ya que acababa
de casarme con un inglés y me había mudado a su país. Sin embargo, me sentía
perdida. Mientras estaba callada, era una de ellos, pero, en cuanto hablaba,
sentía que me consideraban una turista norteamericana. Todavía no sabía bien
cómo actuar, y pronto me di cuenta de que armonizar la vida entre dos pueblos
testarudos sería más difícil de lo que pensaba.
Me identifiqué con Abraham, quien dejó todo lo que
conocía para obedecer el llamado de Dios a vivir como extranjero en otra tierra
(Génesis 12:1). Enfrentó los desafíos de una cultura diferente confiando en
Dios; y unos dos mil años después, el escritor de Hebreos lo denominó héroe
(11:9). Como los demás hombres y mujeres mencionados allí, Abraham vivió por
fe, esperando con ansias lo prometido y aguardando su hogar celestial.
Quizá hayas vivido siempre en el mismo lugar, pero,
como seguidores de Cristo, todos somos extranjeros en esta Tierra. Por fe,
seguimos adelante, sabiendo que Él nos guiará, que nunca nos abandonará y que
nos llevará al hogar celestial.
Padre, aumenta mi fe.
Nuestro Pan Diario
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