Entonces
el Señor Dios […] sopló en su nariz aliento de vida… (v. 7).
Lectura:
Génesis 2:4-8
La
Biblia en un año: Mateo 13:31-58
Una
mañana fría y escarchada, mientras caminábamos con mi hija a la escuela, nos
encantó ver cómo nuestro aliento se convertía en vapor, y nos reíamos ante las
diferentes figuras que podíamos hacer. Ese momento me pareció un regalo, tanto
por el deleite de estar con ella como por estar viva.
Nuestro
aliento, que suele ser invisible, se percibía en el aire frío, y eso me hizo
pensar en la Fuente de nuestro aliento y vida: Dios, nuestro Creador. Aquel que
formó a Adán del polvo de la tierra y sopló en él aliento de vida, también nos
da vida a nosotros y a todo ser viviente (Génesis 2:7). Todas las cosas
proceden de Él; incluso nuestra propia respiración… inhalamos y exhalamos sin
siquiera pensarlo.
Con
todas las comodidades y las tecnologías de que disponemos, tal vez tendamos a
olvidarnos de nuestros comienzos y que Dios es quien no da la vida. Sin
embargo, cuando hacemos una pausa para pensar que Él es nuestro Creador,
podemos agregar a nuestras rutinas diarias una actitud de gratitud, pedirle al
Señor que nos ayude y reconocer con un corazón humilde y agradecido el regalo
de la vida. Que esta gratitud impacte e incentive a otros, para que ellos
también den gracias al Señor por su bondad y fidelidad.
¡Querido
Dios, gracias por tu poder y tu creación! Te alabo por haberme dado la vida.
Demos
gracias a Dios, nuestro Creador, quien nos da el aliento de vida.
Un
tesoro para compartir
Pero
tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de
Dios… (v. 7).
Lectura:
2 Corintios 4:1-7
La
Biblia en un año: Mateo 13:1-30
En
marzo de 1974, mientras cavaban un pozo, unos granjeros chinos descubrieron
algo sorprendente: sepultados en el terreno seco de China central, estaban los
Guerreros de Terracota: unas esculturas de terracota en tamaño real que datan
del siglo iii a.C. Este extraordinario hallazgo incluye unos 8.000 soldados,
150 caballos de guerra y 130 carros tirados por 520 caballos. El lugar se ha
convertido en uno de los sitios turísticos más populares de China,
visitado por más de un millón de personas cada año. Este asombroso tesoro
estuvo escondido durante siglos, pero ahora se comparte con todo el mundo.
El
apóstol Pablo escribió que los seguidores de Cristo tienen un tesoro en su
interior que deben compartir con el mundo: «Pero tenemos este tesoro en vasos
de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros» (2
Corintios 4:7). El tesoro que tenemos dentro es el mensaje de Cristo y de su
amor.
No
debemos esconder este tesoro sino compartirlo, a fin de que, por el amor y la
gracia de Dios, cada persona llegue a formar parte de su familia. Mediante la
obra del Espíritu, compartamos hoy este tesoro con alguien.
Señor,
la buena noticia de Jesús es demasiado maravillosa para mantenerla en secreto.
Ayúdame a compartir hoy el evangelio con mi vida y mis palabras.
Además
de escucharlo, que los demás vean tu testimonio.
Nuestro
Pan Diario
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