…
te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice el Señor de los
ejércitos (v. 23).
Lectura:
Hageo 2:15-23
La
Biblia en un año: Apocalipsis 20
L a
primera persona que conocí más de cerca en el extranjero tenía un elegante
acento inglés y un anillo en su dedo meñique. Al tiempo, me enteré de que el
anillo no era una simple joya, sino que tenía grabado el escudo de su familia.
Se
parecía un poco a un anillo de sello; tal vez, como el que se menciona en
Hageo. En este breve libro del Antiguo Testamento, el profeta llama al pueblo
de Dios a reanudar la reconstrucción del templo. Tras el exilio, habían
regresado a su tierra natal para comenzar el trabajo, pero los enemigos del
proyecto los habían detenido. Su mensaje incluye la promesa de Dios a
Zorobabel, el líder, quien había sido escogido y apartado para la obra, como un
anillo de sello (Hageo 2:23).
En
la antigüedad, esos anillos se usaban para identificarse. En vez de firmar, se
presionaba un anillo en cera caliente o arcilla blanda para imprimir una marca.
Como hijos de Dios, nosotros también imprimimos una marca en el mundo al
difundir el evangelio, hablarles de la gracia del Señor a nuestros vecinos y
trabajar para poner fin a la opresión.
Todos
tenemos una señal única que revela que fuimos creados a imagen de Dios y que
expresa nuestra mezcla particular de talentos, pasión y sabiduría. Como un
anillo de sello, produzcamos un impacto en el mundo.
Señor,
ayúdame hoy a identificarme como tu hijo.
Somos
herederos y embajadores de Dios, y anunciamos su amor a todo el mundo.
Candados
de amor
…
Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre
(Salmo 106:1 NVI).
Lectura:
Romanos 8:31-39
La
Biblia en un año: Apocalipsis 19
En
junio de 2015, en París, se removieron 45 toneladas de candados de las barandas
del Puente de las Artes. Como un gesto romántico, las parejas grababan sus
iniciales en un candado, lo colocaban en la baranda, lo cerraban y arrojaban la
llave al río Sena.
Como
este ritual se había repetido miles de veces, el puente ya no podía soportar
más el peso de tanto «amor». Por fin, el gobierno de la ciudad, para proteger
el puente, quitó los «candados de amor».
El
propósito de los candados era simbolizar amor eterno, pero el amor humano no
dura para siempre. Aun los amigos más íntimos pueden ofenderse y no resolver
nunca el problema; los parientes, discutir y negarse a perdonar; los esposos y
esposas, alejarse tanto que no recuerdan por qué decidieron casarse. El amor
humano es inconstante.
Pero
hay un amor invariable y duradero: el amor de Dios. Como afirma el Salmo 106:1:
«Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre»
(nvi). Las promesas de este amor inalterable y eterno se encuentran en
toda la Biblia. Y su mayor demostración es la muerte de su Hijo para que
los que creen en Él tengan vida eterna. Nada nos separará de su amor (Romanos
8:38-38).
Señor,
te doy gracias por tu amor sin fin, al que estoy sujeta por el Espíritu Santo
que vive en mí.
La
muerte y resurrección de Cristo son la medida del amor de Dios para conmigo.
Nuestro
Pan Diario
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