Porque
el Señor es bueno; […] y su verdad por todas las generaciones (v. 5).
Lectura:
Salmo 100
La
Biblia en un año: Mateo 12:24-50
Hace
varios años, nos hospedamos con mi esposa en una rústica hostería de los
remotos valles de Yorkshire, Inglaterra. Estábamos con otras cuatro parejas,
todas británicas, a quienes acabábamos de conocer. Mientras tomábamos un café
después de cenar, empezamos a conversar sobre nuestros trabajos. En aquel
entonces, yo era director del Instituto Bíblico Moody, en Chicago, y supuse que
nadie conocía la institución ni a su fundador, D. L. Moody. Cuando dije el
nombre, todos respondieron sorprendidos y al instante: «¿De Moody y Sankey… de
ese Moody?». Otro huésped agregó: «Nosotros tenemos un himnario de Sankey, y
nuestra familia suele reunirse junto al piano para cantar esos himnos». ¡No
podía creerlo! El evangelista y su músico habían tenido sus reuniones en las
Islas Británicas hacía más de 120 años, y su influencia aún seguía.
Aquella
noche, me fui pensando en cómo podemos echar una larga sombra de influencia
espiritual: una madre que ora por sus hijos, palabras alentadoras de un
compañero de trabajo, el apoyo y el desafío de un maestro o consejero, palabras
correctivas y amorosas de un amigo. ¡Qué gran privilegio ser parte de la
maravillosa promesa de que «el Señor es bueno; […] y su verdad por todas las
generaciones (Salmo 100:5)!
Señor,
ayúdame a invertir mi vida en bendecir a los demás.
Solo
lo que se hace para Cristo perdurará.
Encontrar
la vida
…
porque yo vivo, vosotros también viviréis (v. 19).
Lectura:
Juan 14:5-14
La
Biblia en un año: Mateo 12:1-23
Las
palabras del padre de Ravi fueron muy duras: «Eres un fracaso total. Una
vergüenza para la familia». En comparación con sus talentosos hermanos, a Ravi
lo consideraban una desgracia. Entonces, intentó destacarse en los deportes, y
lo logró, pero seguía sintiéndose un perdedor. Se preguntaba: ¿Qué va a pasar
conmigo? ¿Soy un fracaso total? ¿Podré salir adelante de alguna manera, sin sufrir?
Estos pensamientos lo atormentaban, pero no se lo dijo a nadie. En su
cultura, no estaba bien hablar con otros de sus sentimientos. Le habían
enseñado: «Mantén en secreto las angustias y permanece firme cuando tu mundo se
derrumbe».
Por eso,
Ravi luchaba solo. Al tiempo, mientras se recuperaba en un hospital tras un
intento fallido de suicidio, alguien le llevó una Biblia, abierta en Juan 14.
Su madre le leyó: «porque yo vivo, vosotros también viviréis» (v. 19). Quizá
esta sea mi única esperanza —pensó—. Una nueva manera de vivir. La vida como la
define su Autor. Así que oró: «Jesús, si tú eres el que da la vida como se
supone que esta debe ser, quiero tenerla».
La
vida puede volverse desesperante; pero, como Ravi, podemos encontrar esperanza
en Jesús, porque Él es «el camino, y la verdad, y la vida» (v. 6). Dios anhela
darnos una vida abundante y satisfactoria.
Jesús,
perdona mis pecados. Te acepto como mi Salvador. Dame vida eterna.
Solamente
Jesús puede darnos vida nueva.
Valles
de bendición
Si
mal viniere sobre nosotros, […] clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás (v.
9).
Lectura:
2 Crónicas 20:1, 13-22
La
Biblia en un año: Mateo 11
El
artista francés Henri Matisse sentía que su labor de los últimos años de su
vida lo representaba mejor. En ese tiempo, ensayó un nuevo estilo, creando
pinturas coloridas y de gran tamaño hechas con papel en vez de pintura. Luego,
decoró las paredes de su habitación con esas imágenes relucientes. Para él, fue
importante porque le habían diagnosticado cáncer y solía estar confinado en su
cama.
Enfermarse,
perder el empleo o atravesar situaciones angustiosas son ejemplos de lo que
algunos denominan «estar en el valle», donde los temores empañan todo lo demás.
El pueblo de Judá experimentó algo así cuando supo que se acercaba un ejército
(2 Crónicas 20:2-3). Su rey oró: «Si mal viniere sobre nosotros, […] clamaremos
a ti, y tú nos oirás y salvarás» (v. 9). Y Dios respondió: «salid mañana contra
ellos, porque el Señor estará con vosotros» (v. 17).
Cuando
el ejército de Judá llegó al campo de batalla, sus enemigos ya se habían matado
entre ellos. El pueblo de Dios pasó tres días recogiendo las armas, la ropa y
las cosas de valor abandonadas. Antes de marcharse, se reunieron para alabar a
Dios y llamaron aquel lugar el valle de «Beraca», que significa «bendición».
El
Señor puede convertir los pozos de nuestra vida en bendiciones.
Señor,
ayúdame a confiar en ti en las dificultades.
Dios
es experto en convertir las cargas en bendiciones.
Nuestro
Pan Diario
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