…
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de
salvación (6:2).
Lectura:
2 Corintios 5:18–6:2
La
Biblia en un año: Apocalipsis 22
Nuestra
nieta Maggie, de edad preescolar, y su hermana Katie, que va al jardín de
infantes, llevaron varias mantas al patio trasero, donde construyeron una
tienda para jugar. Ya habían estado allí durante un rato, cuando la madre escucho
que Maggie la llamaba.
«¡Mamá,
ven rápido! —gritó Maggie—. ¡Quiero que Jesús entre en mi corazón y necesito
ayuda!». Aparentemente, en ese momento, sintió claramente que necesitaba a
Jesús y estaba lista para poner su fe en Él.
El
llamado urgente de Maggie pidiendo ayuda para confiar en Jesús me recuerda las
palabras de Pablo en 2 Corintios sobre la salvación. El apóstol estaba
exponiendo la realidad de que la venida de Cristo —incluso su muerte y
resurrección— había instituido una era llamada «el momento propicio de Dios»
(nvi). Actualmente, vivimos en dicho momento, y la salvación está a
disposición de todos ahora mismo. Pablo afirmó: «He aquí ahora el tiempo
aceptable; he aquí ahora el día de salvación» (v. 2). Para todos los que
todavía no han confiado en Jesús para ser perdonados, el momento de hacerlo es
ahora. Es urgente.
Quizá
el Espíritu Santo esté alertándote sobre tu necesidad de poner tu fe en Jesús.
No lo pospongas; haz como Maggie. Corre hacia Jesús. ¡Hoy es el día!
Señor
Jesús, pongo mi fe en ti. Perdona mis pecados. Sálvame hoy.
Hoy
es el mejor día para entrar en la familia de Dios.
Tiempo
a solas con Dios
…
[Jesús] subió al monte a orar aparte… (v. 23).
Lectura:
Mateo 14:13-23
La
Biblia en un año: Apocalipsis 21
Era
una mañana atareada en el salón de la iglesia donde yo estaba ayudando. Casi
una docena de niños hablaban y jugaban. Con tanta actividad, empezó a hacer
calor en la habitación, y abrí la puerta. Un muchachito consideró que esa era
su oportunidad de escaparse. Entonces, cuando pensó que nadie lo veía, salió de
puntillas. Cuando estaba por alcanzarlo, no me sorprendió que estuviera yendo
derecho hacia los brazos de su papá.
Este
niño hizo lo que todos necesitamos hacer cuando la vida se vuelve ardua y
angustiosa: se escabulló para estar con su padre. Jesús buscaba oportunidades
para pasar tiempo en oración con su Padre celestial. Según el Evangelio de
Mateo, fue a un lugar solitario cuando lo seguía una multitud. Al ver sus
necesidades, los sanó y les dio de comer. Sin embargo, después de eso, «subió
al monte a orar aparte» (Mateo 14:23).
Aunque
Jesús ayudó muchas veces a una gran cantidad de personas, no permitió que esto
lo agotara ni lo apresurara, sino que alimentaba su comunión con Dios por medio
de la oración.
¿Y
qué sucede contigo? ¿Dedicarás tiempo a estar a solas con Dios para
experimentar la fortaleza y la satisfacción que solo Él ofrece?
¿Qué
te produce mayor satisfacción: cumplir con las demandas de la vida o cultivar
tu relación con el Creador?
Cuando
nos acercamos a Dios, ¡refrescamos la mente y renovamos las fuerzas!
Nuestro
Pan Diario
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