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martes, 10 de enero de 2017

Hoy es el día



… He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación (6:2).
La Biblia en un año: Apocalipsis 22
Nuestra nieta Maggie, de edad preescolar, y su hermana Katie, que va al jardín de infantes, llevaron varias mantas al patio trasero, donde construyeron una tienda para jugar. Ya habían estado allí durante un rato, cuando la madre escucho que Maggie la llamaba.
«¡Mamá, ven rápido! —gritó Maggie—. ¡Quiero que Jesús entre en mi corazón y necesito ayuda!». Aparentemente, en ese momento, sintió claramente que necesitaba a Jesús y estaba lista para poner su fe en Él.
El llamado urgente de Maggie pidiendo ayuda para confiar en Jesús me recuerda las palabras de Pablo en 2 Corintios sobre la salvación. El apóstol estaba exponiendo la realidad de que la venida de Cristo —incluso su muerte y resurrección— había instituido una era llamada «el momento propicio de Dios» (nvi). Actualmente, vivimos en dicho momento, y la salvación está a disposición de todos ahora mismo. Pablo afirmó: «He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación» (v. 2). Para todos los que todavía no han confiado en Jesús para ser perdonados, el momento de hacerlo es ahora. Es urgente.
Quizá el Espíritu Santo esté alertándote sobre tu necesidad de poner tu fe en Jesús. No lo pospongas; haz como Maggie. Corre hacia Jesús. ¡Hoy es el día!
Señor Jesús, pongo mi fe en ti. Perdona mis pecados. Sálvame hoy.
Hoy es el mejor día para entrar en la familia de Dios.

Tiempo a solas con Dios
… [Jesús] subió al monte a orar aparte… (v. 23).
Lectura: Mateo 14:13-23
La Biblia en un año: Apocalipsis 21
Era una mañana atareada en el salón de la iglesia donde yo estaba ayudando. Casi una docena de niños hablaban y jugaban. Con tanta actividad, empezó a hacer calor en la habitación, y abrí la puerta. Un muchachito consideró que esa era su oportunidad de escaparse. Entonces, cuando pensó que nadie lo veía, salió de puntillas. Cuando estaba por alcanzarlo, no me sorprendió que estuviera yendo derecho hacia los brazos de su papá.
Este niño hizo lo que todos necesitamos hacer cuando la vida se vuelve ardua y angustiosa: se escabulló para estar con su padre. Jesús buscaba oportunidades para pasar tiempo en oración con su Padre celestial. Según el Evangelio de Mateo, fue a un lugar solitario cuando lo seguía una multitud. Al ver sus necesidades, los sanó y les dio de comer. Sin embargo, después de eso, «subió al monte a orar aparte» (Mateo 14:23).
Aunque Jesús ayudó muchas veces a una gran cantidad de personas, no permitió que esto lo agotara ni lo apresurara, sino que alimentaba su comunión con Dios por medio de la oración.
¿Y qué sucede contigo? ¿Dedicarás tiempo a estar a solas con Dios para experimentar la fortaleza y la satisfacción que solo Él ofrece?
¿Qué te produce mayor satisfacción: cumplir con las demandas de la vida o cultivar tu relación con el Creador?
Cuando nos acercamos a Dios, ¡refrescamos la mente y renovamos las fuerzas!
Nuestro Pan Diario

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