Lectura:
Mateo 11:25-30
La
Biblia en un año: Mateo 6:19-34
Un
hombre que conducía su camioneta por un camino rural vio a una mujer que
llevaba una carga pesada, así que se detuvo y ofreció llevarla. La mujer le dio
las gracias y subió a la parte de atrás.
Al
rato, el hombre notó algo extraño: ¡la mujer seguía cargando el peso aunque
estaba sentada en el vehículo! Asombrado, le rogó: «Señora, por favor, deje la
carga y descanse. Mi camioneta puede llevarla a usted y sus cosas».
¿Qué
hacemos nosotros con las cargas de temor, preocupación y ansiedad que solemos
acarrear al enfrentar los desafíos de la vida? En vez de descansar en el Señor,
a veces, nos comportamos como esa mujer. Jesús declaró: «Venid a mí todos los
que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28); sin
embargo, me he encontrado llevando cargas que debería dejarle a Él.
La
oración es el medio para entregarle al Señor nuestras cargas. El apóstol Pedro
aconseja: «echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de
vosotros» (1 Pedro 5:7). Cuando entendemos que el Señor se interesa por
nosotros y aprendemos a confiar en Él, podemos descansar y relajarnos. En lugar
de agobiarnos con cargas pesadas, podemos dárselas a Él para que las lleve.
Señor,
estoy cansado. Aquí están mis cargas. Por favor, tómalas y llévalas por mí.
La
oración es el lugar donde las cargas cambian de hombro.
Nuestra
fuente de provisión
Cercano
está el Señor a todos los que le invocan… (Salmo 145:18).
Lectura:
Mateo 6:9-15
La
Biblia en un año: Mateo 6:1-18
En
agosto de 2010, el mundo centró su atención en una mina de Chile. Treinta y
tres mineros estaban atrapados unos 700 metros bajo tierra. No sabían si la
ayuda llegaría. Después de 17 días, escucharon una perforadora… y apareció un
pequeño agujero en el techo de la mina, al que le siguieron tres más, los
cuales se convirtieron en el medio de suministro de agua, alimentos y remedios.
Los mineros dependían de esos canales para contactarse con el exterior, donde
los rescatadores tenían provisiones para que sobrevivieran. Sesenta y nueve
días después, el último minero fue sacado sano y salvo.
En
este mundo, solo podemos sobrevivir con provisiones que nos llegan de afuera de
nosotros mismos. Dios, el Creador del universo, es quien nos provee todo lo
necesario. Como las perforaciones para aquellos mineros, la oración es para
nosotros lo que nos conecta con el Dios que provee todas las cosas.
Jesús
nos instó a orar: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy» (Mateo 6:11). En
aquella época, el pan era el alimento básico y representaba todas las
necesidades de la gente. Así, además de las necesidades físicas, Jesús estaba
enseñando a orar por todo: consuelo, salud, ánimo y sabiduría.
¿Cuál
es tu necesidad hoy? Ora al Señor, porque «cercano está […] a todos los que le
invocan» (Salmo 145:18).
Señor,
enséñame a orar y a confiar.
La
oración es la voz de la fe, que confía en que Dios sabe y se interesa.
Nuestro
Pan Diario
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