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miércoles, 7 de junio de 2017

Alguien en quien confiar



… un hombre digno de confianza, ¿quién lo hallará? (Proverbios 20:6 LBLA).
La Biblia en un año: 2 Crónicas 19–20; Juan 13:21-38
«No puedo confiar en nadie —sollozó mi amiga—. Cada vez que lo hago, me lastiman». Un exnovio había empezado a esparcir rumores sobre ella. Como le costaba confiar después de una infancia dolorosa, esta traición pareció confirmar que no se puede confiar en nadie.
No sabía cómo consolarla. Tenía razón… es difícil encontrar a alguien en quien confiar plenamente. Su historia me dolió y me recordó momentos de traición inesperados en mi propia vida. La Escritura habla con franqueza sobre la naturaleza humana. En Proverbios 20:6, el autor expresa el mismo lamento que mi amiga, dejando constancia para siempre del dolor de la traición.
Lo que sí pude decirle es que la crueldad de los demás es tan solo parte de la historia. Aunque las heridas que nos infligen son reales y dolorosas, a través de Jesús, el amor genuino es posible. En Juan 13:35, Jesús les dijo a sus discípulos que el mundo sabría que eran sus seguidores debido al amor de ellos. Aunque algunos quizá nos lastimen, también habrá personas que nos muestren el amor del Señor, nos apoyen en forma incondicional y nos cuiden. Al descansar en su amor infalible, podemos hallar sanidad, comunión y el valor para amar a otros como Él nos amó.
Señor, gracias por la sanidad que podemos encontrar en la iglesia. Ayúdanos a compartir este amor con el mundo.
Jesús hizo posible el amor verdadero.

Sobre la roca
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? (v. 46).
La Biblia en un año: 2 Crónicas 17–18; Juan 13:1-20
Una cruz enorme e iluminada se levanta sobre Table Rock, una meseta rocosa que se ve desde mi ciudad. En la tierra aledaña, se construyeron varios hogares, pero, hace poco, los dueños tuvieron que mudarse por cuestiones de seguridad. A pesar de estar cerca del sólido fundamento de esta meseta rocosa, las casas no son seguras. Estuvieron moviéndose sobre sus cimientos, lo cual podría romper caños importantes y acelerar el deslizamiento.
Jesús compara a los que escuchan y obedecen sus palabras con alguien que construye su hogar sobre la roca (Lucas 6:47-48). Estos hogares sobreviven a las tormentas. En cambio, dice que un hogar sin cimiento firme (como las personas que no obedecen su instrucción) no puede eludir las aguas.
En muchas ocasiones, me he sentido tentada a ignorar mi conciencia cuando sabía que Dios me pedía más de lo que estaba dando, por pensar que mi respuesta se había «acercado lo suficiente». Sin embargo, las casas al pie de la montaña movediza me mostraron que estar «cerca» no es suficiente cuando se trata de obedecer al Señor. Para ser como el que construye su casa sobre la roca y soportar las tormentas de la vida que tantas veces nos abruman, debemos obedecer por completo las palabras de nuestro Señor.
Señor, ayúdame a obedecerte con todo mi corazón. Gracias por ser mi roca firme.
La Palabra de Dios es el único cimiento seguro para la vida.
Nuestro Pan Diario
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