Por. Tim
Gustafson
¿Hasta
cuándo, oh Señor, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la
violencia, y no salvarás? (v. 2).
Leer: Habacuc 1:1-4; 2:20
La
Biblia en un año: Ester 6–8; Hechos 6
Hubo
un gran revuelo en la aldea al ver unos camiones de socorro que pasaban por el
«camino» destrozado por la lluvia. De repente, el convoy divisó la casa del
alcalde… aunque este vivía lujosamente en otra parte, mientras que a su pueblo
le faltaban las cosas básicas para vivir.
Esta
clase de injusticia irritaba al profeta de Dios. Habacuc preguntó: «¿Hasta
cuándo, oh Señor, clamaré, y no oirás?» (Habacuc 1:2). Sin embargo, Dios sí
había escuchado, y respondió: «¡Ay del que aumenta lo que no es suyo…! […] ¡Ay
del que obtiene ganancias ilícitas…!» (2:6, 9 LBLA). ¡El juicio se acercaba!
Aceptamos
gustosos el juicio de Dios para los demás, pero, en Habacuc, hay un punto que
nos hace detenernos: «el Señor está en su santo templo; calle delante de él
toda la tierra» (2:20). Toda la tierra. Los oprimidos y los opresores. A veces,
la respuesta adecuada al aparente silencio de Dios es… ¡silencio!
¿Por
qué silencio? Porque, con facilidad, olvidamos nuestra propia pobreza
espiritual. El silencio nos permite reconocer nuestra maldad en presencia de un
Dios santo.
Podemos
aprender a confiar en Dios, como Habacuc. No conocemos todos sus caminos, pero
sí sabemos que Él es bueno. Nada escapa a su control y sus tiempos.
Señor,
«aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer»
Habacuc 3:2
Conoce
el justo la causa de los pobres… Proverbios 29:7
En
concierto
Por. David
C. McCasland
… somos
un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. […] teniendo
diferentes dones… (vv. 5-6).
Leer: Romanos 12:3-8
La
Biblia en un año: Ester 9–10; Hechos 7:1-21
Durante
un recital de la banda escolar de mi nieta, me impresionó lo bien que tocaba
este grupo de preadolescentes. Si cada uno hubiera querido ser solista, no
habría podido lograr en forma individual lo que la banda hizo colectivamente.
Cada instrumento hizo su parte, ¡y el resultado fue una hermosa sinfonía!
Pablo
les escribió a los romanos: «Nosotros somos las diversas partes de un solo
cuerpo […]. Dios, en su gracia, nos ha dado dones diferentes para hacer bien
determinadas cosas» (Romanos 12:5-6 NTV). Entre estos dones, Pablo mencionó la
profecía, el servicio, la enseñanza, la exhortación, la liberalidad, el
liderazgo y la misericordia (vv. 7-8). Cada don debe ejercerse con libertad y
para el bien de todos (1 Corintios 12:7).
«En
concierto» significa «acuerdo en diseño o plan; armonía o acorde». Ese es el
plan del Señor para sus hijos. «Amaos los unos a los otros con amor fraternal;
en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros» (v. 10). El objetivo es
cooperar, no competir.
Todos
los días, estamos «en el escenario» ante un mundo que nos observa. No hay
solistas en la banda de Dios, sino que cada instrumento es esencial. La música
es más melodiosa cuando cada uno interpreta su parte en armonía con los otros.
Señor,
queremos tocar tu canción de amor y gracia en concierto con tus hijos.
No hay
solistas en la orquesta de Dios.
Nuestro
Pan Diario
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