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martes, 6 de junio de 2017

La hermosura del quebrantamiento



Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado… (v. 17).
Leer: Salmo 51
La Biblia en un año: 2 Crónicas 13–14; Juan 12:1-26
El kintsugi es el antiguo arte japonés de reparar cerámica rota. Se utiliza polvo de oro mezclado con resina para reparar piezas fracturadas o rellenar las grietas. En lugar de esconder el arreglo, este arte saca belleza de algo roto.
La Biblia enseña que Dios también valora nuestro quebrantamiento, cuando estamos arrepentidos del pecado que cometimos. Después de que David adulteró con Betsabé y tramó la muerte de su esposo, el profeta Natán lo confrontó y el rey se arrepintió. Su oración posterior nos permite vislumbrar lo que Dios desea cuando hemos pecado: «Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú» (Salmo 51:16-17).
Cuando nuestro corazón está quebrantado por un pecado, Dios lo repara con el perdón que nuestro Salvador nos ofreció en la cruz. Nos recibe con amor cuando nos humillamos y restaura nuestra relación con Él.
¡Cuán misericordioso es Dios! Que hoy podamos apropiarnos de otra oración de la Escritura: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno» (Salmo 139:23-24).
Padre, quiero alegrarte con mi corazón humilde y contrito.
La tristeza piadosa abre paso al gozo.

Todo lo que necesitamos
… todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder… (v. 3).
La Biblia en un año: 2 Crónicas 15–16; Juan 12:27-50
A menudo, me siento completamente inepto para las tareas que tengo por delante. Ya sea enseñar, aconsejar o escribir, el desafío suele parecer mayor que mi capacidad. Al igual que Pedro, tengo mucho que aprender.
El Nuevo Testamento revela los defectos de Pedro al intentar seguir al Señor. Mientras caminaba sobre el agua hacia Jesús, empezó a hundirse (Mateo 14:25-31). Cuando arrestaron al Señor, negó conocerlo (Marcos 14:66-72). Sin embargo, su encuentro con el Cristo resucitado y el poder del Espíritu Santo le cambiaron la vida.
Pedro entendió que «todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por [el] divino poder [de Dios]» (2 Pedro 1:3). ¡Qué afirmación para un hombre con tantos defectos!
«[Dios] nos ha dado preciosas y grandísimas promesas […], habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia» (v. 4).
Nuestra relación con el Señor Jesús es la fuente de toda sabiduría, paciencia y poder que necesitamos para honrar a Dios, ayudar a los demás y cumplir con los desafíos de hoy. A través de Él, podemos superar nuestras dudas y sentimientos de incompetencia.
Para cada situación, Él nos ha dado todo lo que necesitamos para servirlo y honrarlo.
Padre, gracias por darme todo lo que necesito para servirte y animar a otros.
Dios promete proveer todo lo que necesitamos para honrarlo con nuestra vida.
Nuestro Pan Diario
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