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jueves, 19 de octubre de 2017

Cuidar la creación

Por David H. Roper
Los cielos son los cielos del Señor; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres (Salmo 115:16).
La Biblia en un año: Isaías 45–46; 1 Tesalonicenses 3
Las «grandes marrones» están desovando en el Río Owyhee; son truchas de ese color que comienzan su ritual de anidación en otoño. Puedes verlas excavando sus nidos entre las piedras superficiales.
Los pescadores avezados saben que los peces están desovando, y tratan de no molestarlos. Evitan caminar por los senderos de piedra, donde podrían aplastar los huevos; o moverse corriente arriba de los nidos, para no desprender escombros que los cubran. Y tampoco pescan esas truchas, aunque es tentador hacerlo porque descansan cerca de sus nidos. Estas precauciones son parte de los códigos de la pesca responsable. Sin embargo, hay una razón mejor y más profunda.
La Palabra de Dios enfatiza que Dios nos ha dado la Tierra (Génesis 1:28-30). Es nuestra para que la usemos, pero debemos hacerlo como personas que la aman.
Suelo meditar en la obra de las manos de Dios: una perdiz que canta al otro lado de un cañón, un alce que incita una pelea, una manada de antílopes a lo lejos, una trucha de riachuelo y sus caleidoscópicas manchas rojizas, una nutria jugando en una corriente con sus crías. Me encantan todas estas cosas porque mi Padre celestial, en su amor, me las dio para que las disfrutara. Y a eso que amo, lo protejo.
Señor, que tu creación nos recuerde tu bondad y cuidado.
Cuidar la creación honra a Dios.

Habitación 5020
Por Dave Branon
Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy… (v. 20).
La Biblia en un año: Isaías 47–49; 1 Tesalonicenses 4
Jay Bufton convirtió su habitación del hospital en un faro.
Con 55 años de edad, el esposo, padre, profesor y entrenador estaba muriendo de cáncer, pero su habitación —la 5020— se convirtió en un faro de esperanza para amigos, parientes y personal del hospital. Por su actitud gozosa y su fe sólida, las enfermeras querían que las asignaran para asistirlo. Incluso, algunas iban a verlo fuera del horario de trabajo.
Aunque su cuerpo atlético ya estaba desgastado, saludaba a todos con una sonrisa y palabras de aliento. Un amigo dijo: «Cada vez que lo visitaba, estaba vibrante, positivo y lleno de esperanza. Vivía su fe aun frente al cáncer y la muerte».
En su funeral, un orador señaló que la habitación 5020 tenía un significado especial. En Génesis 50:20, José afirma que, aunque sus hermanos lo habían vendido como esclavo, Dios había convertido esa situación en algo bueno y con propósito: «darle vida a mucha gente». Aunque el cáncer invadió su vida, al reconocer la mano de Dios en ello, Jay podía decir: «Dios lo encaminó a bien». Por eso, aprovechó para contarles a otros sobre Jesús.
¡Qué legado de fe inconmovible en nuestro Salvador ante el llamado de la muerte! ¡Qué testimonio de confianza en nuestro Dios bueno y confiable!
Señor, ayúdame a testificar de tu amor aun en los momentos difíciles.
Por la gracia de Dios, podemos dar el mejor testimonio en el peor momento.
Nuestro Pan Diario
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EN ESTO PENSAR
BATALLA ESPIRITUAL
Por Pr. Arnold Enns
“Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales” Efesios 6:12
Cuando somos atacados espiritualmente es simplemente una señal de “Bienvenidos al Club”. Si estamos en una relación íntima con Dios seremos atacados. No es pregunta de “si es que” sino “cuando” seremos atacados.
La Biblia se refiere también a que somos soldados que estamos en una batalla constante. Pablo lo declara correctamente que nuestra batalla no es contra una persona sino contra el espíritu del Diablo que se encuentra operando invisiblemente alrededor nuestro. Cuáles son tus batallas en estos días?
Hay por lo menos seis formas para prepararse para la batalla espiritual y ganarlas:
1) Reconocer que hay un Adversario: Sencillamente ignorar al adversario no tendrá resultados positivos y nadie gana una batalla con solo cerrar los ojos. El Apóstol Pedro nos insta a que siempre estemos atentos y listos para lo que venga, pues nuestro enemigo el Diablo no es ningún gatito y anda buscando a quien destruir (1 Pedro 5.8).
2) Evita las Distracciones: “Mente vacía…taller del Diablo” dice un refrán popular. Mantenerse enfocado te ayuda a mantenerte firme cuando vengan los ataques y que no te agarren desprevenido.
3) Ejercer la Autoridad que Jesús me dio: Jesús dijo que seamos pacificadores y que vivamos en paz. Pero el mismo Maestro también nos dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades (Lucas 9.1). Esto requiere de una actitud de guerra!
4) Necesito Armadura: Ir a la guerra sin protección es un suicidio. Igualmente creer que puedo ganar una batalla espiritual solo porque se hablar en lenguas lo es también. Por ello Pablo dice protéjanse con la armadura que Dios les ha dado, y así podrán resistir los ataques del Diablo (Efesios 6.11).
5) Tengo que Disparar: Estar armado “hasta los dientes” no ayuda mucho si es que no estoy dispuesto a usar mis armas y disparar. Jesús nos aseguró la victoria al decir que todo lo que prohibamos en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitamos en la tierra será permitido en el cielo (Mateo 16.19).
6) Pide ayuda al Espíritu Santo: El Espíritu Santo es nuestro consolador y una de sus funciones es pelear por nosotros con la verdad. Jesús dijo que aun cuando no sepamos que decir que él nos enseñará en la misma hora lo que debamos decir (Lucas 12.12).
CONCEPTO IMPORTANTE
Jesús nos indicó que tengamos una actitud humilde de paloma, pero también de serpiente que está lista para atacar cuando se encuentra en peligro. No hay duda que necesitamos estar listos y armados para la batalla.
La guerra espiritual empieza con mi vida conectada al Padre en oración pues Él es el hacedor y el que pelea por mí. Pero igualmente yo tengo que estar dispuesto para usar la espada de doble filo que combate todo peligro en mi vida.
Estar distraído es la vía segura para que sea atacado por la retaguardia. La Biblia nos insta a cada instante de estar vigilante porque el peligro es constante. Un momento de bajar la guardia en Oración es el instante preciso del ataque.
La batalla se está librando alrededor mío a cada instante de mi vida y no puedo bajar la guardia. Cristo me dio autoridad sobre todas las huestes del mal y la victoria la tengo garantizada por la sangre de Jesús vertida en la cruz del calvario.
MOTIVO DE ORACION
Señor Jesús hoy vengo delante de ti agradecido porque no tengo que pelear solo esta batalla. También te pido que puedas prepararme para la batalla con tu armadura. Hoy decido una vez más salir a la conquista y declararte como el Victorioso de mi vida.


miércoles, 18 de octubre de 2017

Un nombre nuevo

Por Marvin Williams
… Y mirándole Jesús, dijo: Tú […] serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro) (v. 42).
Leer: Juan 1:35-42 
La Biblia en un año: Isaías 41–42; 1 Tesalonicenses 1
En el artículo titulado El liderazgo y los nombres, Mark Labberton escribió sobre el poder de un nombre. Dijo: «Todavía siento el impacto que me produjo un amigo experto en música cuando me llamó “músico”. Nunca nadie me había llamado así. Yo no tocaba ningún instrumento ni tampoco era solista. Sin embargo, […] al instante, me sentí conocido y amado […]. Notó, confirmó y valoró algo profundamente cierto acerca de mí».
Quizá Simón se sintió así cuando Jesús le cambió el nombre. Cuando Andrés se convenció de que Jesús era el Mesías, buscó a su hermano Simón y se lo presentó (Juan 1:41-42). El Señor examinó su corazón, y confirmó y valoró algo sumamente cierto sobre él: percibió la naturaleza impetuosa y la derrota que lo sumiría en problemas, pero más allá de eso, vio su potencial para convertirse en líder de la iglesia. Entonces, lo llamó Cefas (en arameo, Pedro): una piedra (Juan 1:42; Mateo 16:18).
Y así sucede con nosotros. Dios ve nuestro orgullo, enojo y falta de amor hacia los demás, pero también sabe quiénes somos en Cristo. Nos llama justificados y reconciliados (Romanos 5:9-10); perdonados, santos y amados (Colosenses 2:13; 3:12); escogidos y fieles (Apocalipsis 17:14). Recuerda cómo te ve Dios y permite que eso defina quién eres.
Señor, ayúdame a ver a los demás con tus ojos.
Nadie puede robarte tu identidad en Cristo.

Sostenido por Dios
Por mrb
En verdad que me he comportado y he acallado mi alma; […] como un niño destetado de su madre está mi alma (v. 2).
Leer: Salmo 131 
La Biblia en un año: Isaías 43–44; 1 Tesalonicenses 2
Cuando estábamos terminando de almorzar juntas, mi hermana le dijo a Annica, mi sobrina de tres años de edad, que era hora de tomar una siesta. Con ojos alarmados y llenos de lágrimas, la pequeña objetó: «¡Pero tía Mónica todavía no me sostuvo a upa hoy!». Mi hermana sonrió: «Está bien. Puede hacerlo. ¿Cuánto tiempo necesitas?». «Cinco minutos», contestó.
Mientras la abrazaba, di gracias de que, aun sin siquiera intentarlo, ella me recordó lo que significa amar y ser amado. A veces, pienso que olvidamos que nuestro andar de fe consiste en aprender a experimentar el amor —el amor de Dios— más profundamente de lo imaginable (Efesios 3:18). Si lo olvidamos, podemos parecernos al hermano mayor en la parábola de Jesús sobre el hijo pródigo, intentando ganarnos la aprobación del Señor, pero olvidando todo lo que ya nos ha dado (Lucas 15:25-32).
El Salmo 131 es una oración bíblica que puede ayudarnos a volvernos «como niños» (Mateo 18:3) y dejar de luchar mentalmente contra lo que no entendemos (Salmo 131:1). Por eso, al pasar tiempo con el Señor, recuperamos la paz (v. 2) y la esperanza que necesitamos (v. 3) en su amor… tan arrullados y tranquilos como si volviéramos a ser niños en brazos de nuestra mamá (v. 2).
Señor, ayúdanos a refugiarnos más profundamente en tus brazos de amor.
Como niños, podemos aprender a descansar en el amor de Dios.
Nuestro Pan Diario

martes, 17 de octubre de 2017

Sol con dos alas

Por Poh Fang Chia
… Dios […] dice así: He oído tu oración, y visto tus lágrimas… (v. 5).
Leer: Isaías 38:1-8 
La Biblia en un año: Isaías 37–38; Colosenses 3
Durante cinco años, un sello de arcilla estuvo en un armario en el Instituto de Arqueología de Jerusalén, después de que lo descubrieran al pie del muro de la ciudad antigua. El significado de la inscripción en este objeto de casi 3.000 años de antigüedad recién se develó tras el minucioso escrutinio de un investigador, con un resultado sorprendente. En hebreo antiguo, decía: «Perteneciente a Ezequías, [hijo de] Acaz, rey de Judá».
En el centro del sello, hay un sol con dos alas rodeado de dos imágenes que simbolizan la vida. Los arqueólogos creen que el rey Ezequías comenzó a usar ese sello para representar la protección de Dios después de sanarlo de su enfermedad mortal (Isaías 38:1-8), y darle una señal de su respuesta: «haré volver la sombra por los grados que ha descendido con el sol» (v. 8).
Este descubrimiento arqueológico nos alienta a recordar que los personajes bíblicos, así como nosotros, estaban aprendiendo a clamar por ayuda al Señor, quien siempre escucha. Aunque no siempre nos contesta como queremos o esperamos, podemos confiar en su corazón compasivo y en su poder. Aquel que dirige el movimiento del sol puede guiar nuestras vidas.
Querido Dios, eres grande y poderoso, y aun así, te interesas por mí. Ayúdame a descansar en tu poder y amor, y a buscar siempre tu ayuda.
Clama a Dios; Él quiere escucharte.

El buen Pastor
Por amp
Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará… (v. 11).
Leer: Isaías 40:6-11 
La Biblia en un año: Isaías 39–40; Colosenses 4
Esperaba ansiosa mientras estaba sentada en la habitación del hospital con mi esposo. Estaban operando a nuestro hijo pequeño de la vista, y sentía un hormigueo en el estómago por la preocupación. Traté de orar y pedirle a Dios que me diera su paz. Mientras hojeaba mi Biblia, pensé en Isaías 40, así que busqué el conocido pasaje, preguntándome si descubriría algo nuevo.
Al leer, se me cortó la respiración, ya que las palabras de hace tantos años me recordaron que el Señor, «como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará» (v. 11). En ese preciso instante, se me fue la ansiedad, al darme cuenta de que el Señor nos sostenía, nos guiaba y se ocupaba de nosotros. Esto es exactamente lo que necesitaba, Señor, suspiré en silencio. La paz de Dios me envolvió durante y después de la cirugía (que, gracias a Él, salió bien).
A través del profeta Isaías, el Señor le prometió a su pueblo que sería su pastor y que lo guiaría diariamente y lo consolaría. Nosotros también podemos experimentar su tierno cuidado cuando le contamos sobre nuestras ansiedades y buscamos su amor y su paz. Sabemos que Él es nuestro buen Pastor, que nos lleva en sus brazos y cerca de su corazón.
Señor, gracias por tu paz que sobrepasa todo entendimiento.
El buen Pastor se ocupa de sus ovejas.

Nuestro Pan Diario

lunes, 16 de octubre de 2017

Desde lombrices hasta batallas

Por Anne Cetas
Pero el Señor le dijo [a Gedeón]: Paz a ti; no tengas temor, no morirás (v. 23).
La Biblia en un año: Isaías 32–33; Colosenses 1
Cleo tenía diez años cuando fue a pescar por primera vez. Mientras miraba el recipiente con la carnada, parecía vacilar. Finalmente, le dijo a mi esposo: «¡Ayúdame, L-L-M-D-M!». Cuando mi esposo le preguntó qué pasaba, Cleo respondió: «¡L-L-M-D-M! ¡Las lombrices me dan miedo!».
El miedo también puede paralizar a los adultos. Tal vez Gedeón sintió temor cuando el ángel del Señor se le acercó mientras él aventaba cebada en secreto, escondido de los enemigos madianitas (Jueces 6:11). El ángel le dijo que Dios lo había escogido para que liderara al pueblo en la batalla (vv. 12-14).
¿Qué contestó Gedeón? «Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre» (v. 15). Después de asegurarle que el Señor estaría con él, Gedeón todavía parecía atemorizado, y pidió señales que le confirmaran que Dios lo utilizaría para salvar a Israel, como había prometido (vv. 36-40). Dios le concedió sus pedidos. Los israelitas triunfaron en la batalla y tuvieron paz durante 40 años.
Todos tenemos miedo a diferentes clases de cosas… desde lombrices hasta batallas. La historia de Gedeón nos enseña que podemos confiar en que, si Dios nos pide que hagamos algo, nos dará las fuerzas y el poder para hacerlo.
Señor, gracias por estar siempre conmigo.
Para quitar el temor en la vida, pon tu fe en el Dios vivo.

Llamada de despertador
Por David C. McCasland
¡Despierta! Fortalece lo poco que te queda, porque hasta lo que queda está a punto de morir… (v. 2 NTV).
La Biblia en un año: Isaías 34–36; Colosenses 2
Durante los años en que viajaba con frecuencia y me quedaba en una ciudad diferente cada noche, siempre programaba una llamada de despertador cuando me registraba en los hoteles. Además de mi propia alarma, necesitaba que un teléfono tintineante me ayudara a salir de la cama y empezar la mañana.
El libro de Apocalipsis contiene una llamada a un despertar espiritual en las cartas que el apóstol Juan les escribió a las siete iglesias de la provincia de Asia Menor. A la de Sardis, le envió este mensaje del propio Jesús: «Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios» (Apocalipsis 3:1-2).
En medio de la fatiga espiritual, tal vez no nos demos cuenta del letargo que está invadiendo nuestra relación con Dios. Pero el Señor nos dice: «Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete» (v. 3).
Para muchas personas, dedicar un tiempo todas las mañanas para leer la Biblia y hablar con el Señor en oración las ayuda a mantenerse espiritualmente alertas. Pasar tiempo con Jesús y saber lo que nos prepara para todo lo que esté por delante ese día no es una tarea, sino un gozo.
Señor, que escuche y responda a tu llamada de despertador cada mañana.
¡Qué gozo es pasar tiempo con Jesús!

Nuestro Pan Diario
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NOTICIAS CRISTIANAS

La historia de Rut, comentada por Stuart Park

Rut no solo es un libro de intensa belleza literaria, sino también todo un tratado de fe y confianza en Dios.






Hus y la mentira de la religión imperial

‘Prefiero herir con la verdad, antes que matar con la mentira’. La Iglesia imperial no soportó una vez más ser puesta en evidencia y denunciada. Condenó y asesinó a Juan Huss en la hoguera.

martes, 10 de octubre de 2017

¿Hasta cuándo?



Por Kevin Williams
¿Hasta cuándo, oh Señor, clamaré…? (v. 2).
La Biblia en un año: Isaías 28–29; Filipenses 3
Cuando me casé, pensé que tendría hijos enseguida. Pero no fue así, y la angustia de la esterilidad me puso de rodillas. Solía clamar a Dios: «¿Hasta cuándo?». Sabía que Él podía modificar mi situación, pero ¿por qué no lo hacía?
¿Estás esperando en Dios? ¿Le preguntas cuánto tiempo falta para que la justicia prevalezca en este mundo, para que haya una cura para el cáncer, para que puedas saldar todas tus deudas?
El profeta Habacuc conocía bien ese sentimiento. En el siglo vii a.C., clamó al Señor: «¿Hasta cuándo, oh Señor, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia?» (Habacuc 1:2-3). Oró durante mucho tiempo, luchando para entender cómo un Dios justo y poderoso podía permitir que la maldad, la injusticia y la corrupción siguieran en Judá. Según él, el Señor ya tendría que haber intervenido. ¿Por qué Dios no hacía nada?
Hay días cuando nosotros sentimos lo mismo. Como Habacuc, le preguntamos continuamente a Dios: «¿Hasta cuándo?». Pero, como en su caso, Dios escucha sobre lo que nos agobia. Debemos seguir dejando todo en sus manos porque Él se ocupa de nosotros. Nos oye y, a su tiempo, nos responderá.
Señor, gracias porque oyes mi clamor y respondes según tu plan y propósitos perfectos.
No desesperes ante la maldad; Dios tiene la última palabra.

Suficiente
Por Keila Ochoa
… comieron, y les sobró, conforme a la palabra del Señor (v. 14).
La Biblia en un año: Isaías 30–31; Filipenses 4
Cuando a mi esposo y a mí nos pidieron recibir y liderar un grupo pequeño de la iglesia en nuestra casa, lo primero que dije fue que no. Me sentía incapaz. No teníamos asientos para todos y nuestra casa era pequeña. Tampoco sabía si estábamos capacitados para dirigir las charlas. Temía que me pidieran que preparara comida; algo que no me gustaba y para lo que no disponíamos de fondos. Creía que no teníamos «suficiente» para hacerlo, y me parecía que yo no era lo «suficiente» como para realizarlo. Pero queríamos servir a Dios y a nuestra comunidad, así que, a pesar de nuestros temores, accedimos. Durante los cinco años siguientes, recibimos gozosos al grupo en nuestra sala de estar.
Observo una actitud similar de reticencia y duda en el hombre que le llevó pan a Eliseo, el siervo de Dios. Eliseo le había ordenado que lo diera a la gente, pero él cuestionó si 20 panes podrían alimentar a 100 hombres. Desde su perspectiva humana, quizá pensó que no era suficiente. Sin embargo, fue más que suficiente (2 Reyes 4:44) porque Dios tomó esa dádiva, dada en obediencia, e hizo que bastara.
Cuando nos sentimos inadecuados o incapaces de ofrecer lo suficiente, recordemos que Dios nos pide que demos con fidelidad y obediencia lo que tenemos. Él lo hace «suficiente».
Señor, toma lo que soy y tengo, y hazlo «suficiente».
Una ofrenda dada en obediencia fiel es suficiente.
Nuestro Pan Diario

lunes, 9 de octubre de 2017

Revolotea sobre nosotros



Por Amy Boucher Pye
Leer: Dt. 32:7-12
La Biblia en un año: Isaías 23–25; Filipenses 1
La hija de Beatriz llegó de un viaje al exterior y se sentía mal. Cuando el dolor se hizo insoportable, ella y su esposo la llevaron a una sala de emergencias. Los médicos y las enfermeras pusieron manos a la obra, y horas después, las enfermeras le dijeron a Betty: «¡Va a estar bien! La atenderemos y se sanará». En ese momento, un sentimiento de paz y amor brotó de su interior. Se dio cuenta de que, mientras revoloteaba ansiosamente sobre su hija, el Señor es el padre perfecto que alimenta a sus hijos y los consuela en los momentos difíciles.
En Deuteronomio, el Señor le recuerda a su pueblo la forma en que, mientras peregrinaban por el desierto, se había ocupado de él como un padre amoroso que revolotea sobre su cría. Nunca los abandonó, sino que fue como un águila que «extiende sus alas» para reunir a sus hijos y «los lleva sobre sus plumas» (32:11). Quería que recordaran que, aunque experimentaran dificultades y luchas en el desierto, no los abandonaría.
Nosotros también enfrentamos toda clase de desafíos, pero podemos experimentar consuelo y valor al recordar que nuestro Dios nunca nos abandona. Cuando sintamos que estamos cayendo, el Señor, como un águila, extenderá sus alas para tomarnos y darnos su paz.
Padre celestial, gracias porque tu amor supera todo lo imaginable.
Nuestro Dios revolotea sobre nosotros con amor.

Si hubiese sabido…
Por Alyson Kieda
… Dios […] nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo… (v. 3).
La Biblia en un año: Isaías 26–27; Filipenses 2
Mientras conducía al trabajo, escuché una hermosa canción que preguntaba: Si pudieras volver atrás, sabiendo lo que ahora sabes, ¿qué le dirías a tu yo más joven? Al escucharla, pensé en los bocadillos de sabiduría y advertencia que podría darle a la versión más joven y menos sabia de mí. En algún momento de nuestra vida, la mayoría nos hemos preguntado cómo podríamos haber actuado de otro modo… si tan solo pudiéramos hacer todo de nuevo.
Pero la canción también explica que, aunque el remordimiento por el pasado nos envuelva, todas esas experiencias nos han transformado en lo que somos. No podemos volver atrás ni cambiar las consecuencias de nuestras decisiones o nuestro pecado, pero alabemos a Dios porque no tenemos que acarrear las pesadas cargas y los errores de ese pasado. ¡Jesús ya lo ha hecho! «Bendito el Dios y Padre […] que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos» (1 Pedro 1:3).
Si acudimos a Él con arrepentimiento y fe, nos perdonará. Ese día, somos hechos nuevos y comenzamos el proceso de transformación espiritual (2 Corintios 5:17). No importa qué hayamos hecho (o qué no); somos perdonados por lo que Él hizo. ¡En Cristo, somos libres!
Señor, gracias porque cargaste con mis pesadas cargas del pasado.
Entrégale al Señor tus cargas pesadas.
Nuestro Pan Diario
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