Por David
H. Roper
La paz
os dejo, mi paz os doy… (v. 27).
Leer: Juan 14:15-27
La
Biblia en un año: Ezequiel 14–15; Santiago 2
En
nuestro patio, tenemos un antiguo cerezo. Como lucía caído y moribundo, llamé a
un arbolista. El hombre lo revisó y declaró que estaba «excesivamente
estresado» y que necesitaba atención inmediata. «Espera tu turno», murmuró mi
esposa Carolyn. Había sido una de esas semanas.
Todos
tenemos semanas de ansiedad… llenas de preocupaciones por el rumbo de la
cultura o inquietudes por nuestros hijos, el matrimonio o el trabajo, las
finanzas, la salud y el bienestar personal. No obstante, Jesús nos aseguró que,
sin importar cuán perturbadoras sean las circunstancias, podemos tener paz.
Declaró: «La paz os dejo, mi paz os doy» (Juan 14:27).
Los
días de Jesús estuvieron llenos de inquietud y angustias. Sus enemigos lo
asediaban, y sus amigos y su familia no lo entendían. Sin embargo, tenía una
calma interior. Esta es la paz que Él nos ha dado: la libertad de la ansiedad
por el pasado, el presente y el futuro… su paz.
En
cualquier circunstancia, podemos acudir a Jesús en oración. Allí, en su
presencia, le entregamos nuestras cargas y temores. Y, entonces, Pablo nos
asegura que la paz de Dios «guardará [nuestros] corazones y [nuestros]
pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:7). Aun si hemos tenido «una de
esas semanas», podemos tener su paz.
Señor,
gracias porque tu paz guardará mis pensamientos.
En
medio de los problemas, podemos hallar paz en Jesús.
Semillas
helicóptero
Por David
C. McCasland
… si
el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva
mucho fruto (v. 24).
Leer: Juan 12:23-33
La
Biblia en un año: Ezequiel 16–17; Santiago 3
Cuando
nuestros hijos eran pequeños, les encantaba atrapar las «semillas helicóptero»
que caían de los arces plateados del vecino. Cada semilla parece un ala. Al
final de la primavera, estas semillas giran como las palas del rotor de un
helicóptero, hasta llegar al suelo. Su propósito no es volar, sino caer a la
tierra y producir nuevos árboles.
Antes
de que Jesús fuera crucificado, dijo a sus seguidores: «Ha llegado la hora para
que el Hijo del Hombre sea glorificado. […] si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto» (Juan 12:23-24).
Aunque
los discípulos de Jesús querían que se lo honrara como el Mesías, Él vino a
entregar su vida para que pudiéramos recibir perdón y fuéramos transformados
por la fe en Él. Como seguidores de Jesús, escuchamos sus palabras: «El que ama
su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna
la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también
estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará» (vv. 25-26).
Las
semillas helicóptero pueden evocar el milagro de Jesús, el Salvador, quien
murió para que pudiéramos vivir para Él.
Señor
Jesús, nos maravilla tu amor. Danos la gracia para servirte hoy como anhelamos.
Jesús
nos llama a entregar nuestras vidas para servirlo.
Exclamaciones
de gozo
Por Marvin
Williams
Cantad
alegres al Señor, toda la tierra; levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos
(v. 4).
Leer: Salmo 98
La
Biblia en un año: Ezequiel 18–19; Santiago 4
Cuando
visitaba la congregación de una amiga, empezaron a cantar una canción que me
encantaba y la entoné con ganas, recordando el consejo del director de coro de
mi universidad: «¡Proyéctense!».
Después
de la canción, el esposo de mi amiga me miró y me dijo: «Qué fuerte que
cantaste». ¡No era un cumplido! Desde entonces, empecé a controlar
conscientemente mi canto, asegurándome siempre de estar cantando con más
suavidad que los demás y preguntándome si me estarían juzgando.
Pero,
un domingo, noté cómo cantaba a voz en cuello y sin una pizca de vergüenza una
mujer sentada junto a mí. Su adoración me recordó la alabanza entusiasta y
espontánea de David. Es más, en el Salmo 98, David sugiere que «toda la tierra»
debería prorrumpir en un jubiloso canto de adoración (v. 4).
El
primer versículo dice por qué debemos adorar con gozo y nos recuerda que el
Señor «ha hecho maravillas». A lo largo del salmo, David describe esas
maravillas: la fidelidad de Dios y su justicia, misericordia y salvación.
Meditar en quién es Dios y en lo que ha hecho puede llenar nuestro corazón de
alabanza.
¿Qué
«maravillas» ha hecho Dios en tu vida? Esta última época del año es el momento
ideal para recordar sus obras maravillosas y dar gracias al Señor. ¡Levanta tu
voz y canta!
Señor,
gracias por lo que eres y por lo que has hecho.
La
adoración saca el foco de nosotros y lo concentra en Dios.
Nuestro
Pan Diario
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