Por jb
[Dios]
es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos… (Efesios 3:20).
Leer: Lucas 1:5-17
La
Biblia en un año: Jeremías 37–39; Hebreos 3
A
veces, Dios se toma su tiempo para responder nuestras oraciones, y nos cuesta
entenderlo.
Esa
era la situación de Zacarías, un sacerdote a quien se le apareció el ángel
Gabriel y le dijo: «Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu
mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan» (Lucas 1:13,
énfasis añadido).
Probablemente,
Zacarías le había pedido a Dios un hijo muchos años antes, y le costaba creer
el mensaje del ángel ahora que su esposa estaba más allá de la
edad de tener hijos. Aun así, Dios respondió su oración.
La
memoria de Dios es perfecta. Jamás olvida nuestras oraciones, y tal vez
responda mucho después de que le presentamos nuestras peticiones. A veces, el
Señor responde «no», y otras, «espera», pero su respuesta siempre está
acompañada de amor. Los caminos de Dios superan los nuestros, pero siempre
podemos confiar en que son buenos.
Eso
fue lo que descubrió Zacarías. Pidió un hijo, pero Dios le dio aún más. Su hijo
Juan se transformaría en el profeta que anunciaría la llegada del Mesías.
La
experiencia de Zacarías demuestra una verdad vital que debería animarnos al
orar: los tiempos de Dios rara vez son los nuestros, pero siempre vale la pena
esperarlos.
Salvador,
¡gracias porque puedes tomar mis oraciones y hacer mucho más de lo que puedo
imaginar!
Cuando
no podemos ver la mano de Dios, podemos confiar en su corazón.
Segundas
oportunidades
Por Keila
Ochoa
… El
Señor no ha dejado de mostrar su fiel amor… (Rut 2:20 NVI).
Leer: Rut 4:13-17
La
Biblia en un año: Jeremías 40–42; Hebreos 4
«¿Cómo
pueden ser tan buenos conmigo si ni siquiera me conocen?».
Después
de tomar algunas malas decisiones, Linda había terminado en la cárcel en un
país extranjero. Cuando la liberaron después de seis años, no tenía dónde ir.
Mientras su familia juntaba dinero para comprarle el billete de regreso, una
pareja bondadosa le ofreció hospedaje, comida y ayuda. A Linda la conmovió
tanto su bondad que los escuchó con gusto cuando le contaron la buena noticia
de un Dios que la amaba y deseaba darle una segunda oportunidad.
Linda
me recuerda a Noemí, una viuda de la Biblia que perdió a su esposo y dos hijos
en una tierra extraña, y pensó que todo había terminado (Rut 1). Sin embargo,
el Señor no se había olvidado de Noemí, y, a través del amor de su nuera y la
compasión de un hombre piadoso llamado Booz, vio el amor de Dios y recibió una
segunda oportunidad (4:13-17).
El
mismo Dios se ocupa hoy de nosotros. Mediante el amor de otros, podemos
recordar su presencia. Pero, sobre todas las cosas, Dios está dispuesto a
ofrecernos empezar de nuevo. Al igual que Linda y Noemí, lo único que
necesitamos es ver la mano de Dios en nuestra vida y entender que Él nunca deja
de mostrarnos su bondad.
Señor,
gracias por ofrecernos volver a empezar.
Dios
da segundas oportunidades.
Nuestro
Pan Diario
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