Por Dave Branon
Celebrarás también […] los primeros frutos de lo
que hayas sembrado en el campo… (Éxodo 23:16 RVC).
Leer: Génesis 8:15–9:3
La Biblia en un año: Ezequiel 20–21; Santiago
5
Hace muchos años, Dios hablo con Moisés e instituyó
un nuevo festival para su pueblo. En Éxodo 23:16, según el registro de Moisés,
Dios dijo: «[Celebra] también la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus
labores».
Hoy en día, en países de todo el mundo, se hace
algo similar para celebrar la abundancia de la tierra. En Ghana, la gente
celebra el Festival de la Batata como un evento de cosecha. En Brasil, el
Dia de Açao de Graças es un tiempo para agradecer por las cosechas que
brindaron alimento. En China, está la Fiesta de Mediados de Otoño o Festival de
la Luna. En Estados Unidos y Canadá, el Día de Acción de Gracias.
Para entender el objetivo apropiado de una
celebración de la cosecha, visitemos a Noé después del diluvio. Dios les
recordó a Noé y a su familia su provisión para nuestra existencia próspera. La
Tierra tendría estaciones, luz y oscuridad, y «la sementera y la siega»
(Génesis 8:22). Nuestra gratitud por la cosecha, que nos sustenta, es solo para
Dios.
Independientemente de dónde vivas o cómo celebres
la abundancia de tu tierra, dedica tiempo hoy para expresar tu gratitud a Dios,
ya que no tendríamos cosecha para celebrar sin su maravilloso diseño creativo.
Querido
Creador, gracias por habernos dado todo lo que necesitamos para existir.
La gratitud es la manifestación del recuerdo de un
corazón alegre.
El
verdadero hogar del corazón
Por David
H. Roper
Dios
[…] puso en el corazón de los mortales la noción de la eternidad… (v. 11 RVC).
Leer: Eclesiastés 3:10-11
La
Biblia en un año: Ezequiel 22–23; 1 Pedro 1
Durante
años, tuvimos una terrier blanca. Estos perritos son fuertes y la raza fue
creada para cavar en los túneles de los tejones y enfrentar al «enemigo» en su
guarida. Una vez, nuestra perra se obsesionó con un animalito que se escondía
debajo de una roca en nuestro patio. Nada podía disuadirla. Escarbó y escarbó
hasta que hizo un túnel que pasaba varios metros debajo de la roca.
Ahora,
considera esta pregunta: ¿Por qué los humanos buscamos y buscamos? ¿Por qué
tenemos que escalar las montañas vírgenes o esquiar por cuestas casi
verticales? ¿Por qué navegamos por los rápidos más peligrosos y desafiamos las
fuerzas de la naturaleza? En parte, por un deseo de aventura y disfrute, pero
es mucho más que eso. Es un instinto de búsqueda de Dios que llevamos
implantado. No podemos no querer encontrar a Dios.
Por
supuesto, no lo sabemos. Lo único que sabemos es que anhelamos algo. «No sabes
lo que quieres —dijo Mark Twain—, pero lo deseas tanto que casi podrías
morirte».
Dios
es el verdadero hogar de nuestro corazón. Como dijo el famoso padre de la
iglesia, Agustín: «Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está
inquieto hasta que reposa en ti».
¿Y qué
es el corazón? Un vacío profundo en nuestro interior que solo Dios puede
llenar.
Señor,
ayúdame a reconocer mi profundo anhelo de ti y a conocerte más.
Debajo
de todos nuestros anhelos, hay un profundo deseo de Dios.
Nuestro
Pan Diario
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