Tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. Hechos 27:25
¿Existe Dios verdaderamente? Quizás usted conteste: «Por supuesto, Dios es real». Tiene razón, pero, ¿confía usted en él? ¿Le obedece?
Un muchacho chino sabía mucho acerca de Dios y de Jesucristo, pero para él esto no era nada más que cuentos, y no le afectaba en absoluto. Al llegar a su mayoría de edad ingresó al ejército y, con el tiempo, alcanzó el grado de capitán. En una batalla se halló, junto con sus soldados, en grandes dificultades. Ya casi sin fuerzas procuraron escapar. Hallaron una cabaña donde pudieron descansar. Sobre la mesa se hallaba un pequeño libro desgastado. El capitán lo tomó, pues le parecía familiar y le recordaba su niñez. Era un evangelio según Juan. Lo hojeó y cayó sobre las siguientes palabras: “Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13). Entonces lo leyó a su gente y preguntó: «¿Debemos arrodillarnos y hacer la prueba?» En tan peligrosa situación todos estuvieron de acuerdo. Inmediatamente se arrodillaron y el capitán oró como nunca lo había hecho en su vida.
Sus enemigos se estaban acercando. Pero mientras los perseguidos oraban, oyeron cómo repentinamente el enemigo cambió de dirección. Dios había oído y contestado la oración. Probó ser verdaderamente el Dios vivo. Entonces el capitán chino creyó en él y luego le entregó su vida. Él contó a los demás cómo había sido educado y había oído hablar de Dios y de la Biblia, pero ahora lo conocía como Salvador viviente, a quien desde entonces también reconoció como su Señor.
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Fuente: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
http://labuenasemilla.net calendarios@labuenasemilla.net
http://ediciones-biblicas.ch
¿Existe Dios verdaderamente? Quizás usted conteste: «Por supuesto, Dios es real». Tiene razón, pero, ¿confía usted en él? ¿Le obedece?
Un muchacho chino sabía mucho acerca de Dios y de Jesucristo, pero para él esto no era nada más que cuentos, y no le afectaba en absoluto. Al llegar a su mayoría de edad ingresó al ejército y, con el tiempo, alcanzó el grado de capitán. En una batalla se halló, junto con sus soldados, en grandes dificultades. Ya casi sin fuerzas procuraron escapar. Hallaron una cabaña donde pudieron descansar. Sobre la mesa se hallaba un pequeño libro desgastado. El capitán lo tomó, pues le parecía familiar y le recordaba su niñez. Era un evangelio según Juan. Lo hojeó y cayó sobre las siguientes palabras: “Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13). Entonces lo leyó a su gente y preguntó: «¿Debemos arrodillarnos y hacer la prueba?» En tan peligrosa situación todos estuvieron de acuerdo. Inmediatamente se arrodillaron y el capitán oró como nunca lo había hecho en su vida.
Sus enemigos se estaban acercando. Pero mientras los perseguidos oraban, oyeron cómo repentinamente el enemigo cambió de dirección. Dios había oído y contestado la oración. Probó ser verdaderamente el Dios vivo. Entonces el capitán chino creyó en él y luego le entregó su vida. Él contó a los demás cómo había sido educado y había oído hablar de Dios y de la Biblia, pero ahora lo conocía como Salvador viviente, a quien desde entonces también reconoció como su Señor.
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