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viernes, 16 de julio de 2010

Venciendo el gigante del temor

“3 Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. 4 Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. 5 Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. 6 Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. 7 El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él.” 1 Samuel 17:3-7
Después de haber leído estos pasajes bíblicos, ¿reconoce algún gigante en su vida? Puede ser cualquier cosa que esté viniendo a impedir que usted cumpla con la voluntad de Dios, que le sea de tropiezo en su camino. ¿Se dio cuenta ahora? Bueno, lo que hoy quiero decirle que no se tiene que dejar impresionar por lo que ve con los ojos naturales.
Porque si hay circunstancias de la vida que aparecen en su camino para traer una influencia de miedo, lo estará limitando. El miedo entró y tomó lugar para que usted no pueda tener una victoria frente a eso. Pero por sobre todo está Dios y el poder de la fe, que es un sexto sentido adicional que sólo lo tienen los creyentes. Dios se mueve a través de su creencia y le va a traer victoria familiar, personal y va a revelar el poder de Dios en esta tierra. A través de su vida la gente va a ver que Dios es más grande que los hombres, que los problemas, que las circunstancias y que Dios es vencedor y los hijos imitadores del Padre son más que vencedores.
Al pueblo de Israel se le apareció un gigante que no sólo daba miedo por cómo se veía sino como hablaba, impresionaba a la vista, al oído, impresionaba todo. El ejército de Israel cada vez que lo escuchaba daba un paso para atrás. Pero David dijo: “todo mi ser bendiga a Dios” quiso decir, mi cuerpo, mi alma, mi mente, emociones y voluntad bendiga a Dios.
Él es el que perdona todas tus iniquidades, sana todas tus dolencias, el que te rejuvenece como el águila, el que te corona de favores y de misericordia, el que sacia de bien tu boca. Quiere decir que llena su boca de palabra, de bendición y cuando usted habla palabras de bendición rejuvenece como el águila. El que tiene el corazón y la boca llena de bendición es parte del poder de Dios que va a traer salud a su cuerpo y va a rejuvenecer.
El gigante atemorizaba al pueblo, pero David tenía puesto los ojos en algo más que en lo natural. Sus ojos, su mente y corazón, todo su ser estaban viendo al más poderoso que estaba de su lado. Ningún gigante podía atemorizarlo porque el Dios todopoderoso peleaba para el pueblo de Israel.
Hoy usted, tiene la misma garantía de victoria que David. Dios está de su lado. Ningún gigante puede vencerlo. Por eso usted hoy tiene que pararse firme y vencer a ese gigante del temor que vienen a paralizarlo y no dejarlo avanzar. Si David no se levantaba en el nombre de Jehová de los ejércitos nunca hubieran vencido a ese ejército porque entre el pueblo reinaba el temor.
Párese firme en este día, fortalézcase en Dios y en su palabra y venza todo temor en el nombre de Jesús. No le dé lugar en su vida. Avance hacia su tierra prometida que es lo que tiene que tener delante de sus ojos siempre. Mire con los ojos de la fe.
Oración: Padre, hoy me determino a mirar con los ojos de la fe, no me dejaré atemorizar por las circunstancias nunca más. Ningún gigante de temor tendrá poder sobre mi vida ni la de mi familia, soy un vencedor. Tengo la victoria asegurada porque tengo al más poderos de mi lado. Lo creo y lo veré, en el nombre de Jesús, amén.
Por. Rev. Juan O. Crudo, Argentina.

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