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lunes, 20 de diciembre de 2010

La paciencia del amor (2)

El amor es sufrido. 1 Corintios 13:4
El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal… sirviendo al Señor. Romanos 12:9-11

El capítulo 13 de la primera epístola a los corintios es quizás uno de los textos más conocidos del Nuevo Testamento, pero también uno de los más difíciles de poner en práctica. Ofrece un cuadro completo del amor según Dios, que vemos brillar como un prisma con diferentes facetas: la paciencia, la humildad, la bondad. Para describir estas cualidades el texto griego sólo utiliza verbos de acción. Así muestra que el amor es ante todo activo.
Por cierto, este amor divino no es natural en el hombre. Para poder expresarlo es necesario haber recibido, por medio de la fe, una nueva vida, la vida misma de Jesús. Cuando leemos esta descripción del amor, descubrimos a Jesús. Él lo vivió perfectamente en todos sus aspectos, de modo que ese maravilloso retrato del amor, de hecho, es el suyo.
La primera faceta del amor es la paciencia. El amor soporta el sufrimiento y los malos tratos sin enojarse ni vengarse, y sin perder la esperanza. En la Antigüedad, renunciar a la venganza era considerado como una debilidad, y esto es aún cierto hoy día. El mundo admira a aquellos que saben defender sus derechos y sus intereses. Pero el amor tan magníficamente visto en Jesucristo es lo opuesto. Su primera preocupación es el bien de los demás, no el suyo. Rehúsa devolver mal por mal, y si se le hiere en la mejilla derecha, él vuelve también la otra (Mateo 5:39).
(continuará mañana)


Fuente: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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