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lunes, 31 de agosto de 2015

Héroes decepcionantes




… considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús (v. 1).
Lectura: Hebreos 3:1-6
La tendencia actual en muchos países es «reeditar» su historia. Próceres destacados, anteriormente reconocidos y honrados por sus luchas incansables para lograr la independencia de sus pueblos, son ahora reprobados al darse a conocer ciertos aspectos oscuros de sus conductas y prácticas. La buena reputación de muchos ha sido manchada por revelaciones irrefutables. Aun así, no dejan de ser héroes.
La Biblia está llena de personajes imperfectos que se convirtieron en verdaderos héroes. Pero no debemos perder de vista la fuente que generó sus actos heroicos. Su fe estaba en Dios, quien decidió utilizar seres humanos imperfectos para llevar a cabo propósitos extraordinarios.
Entre esos héroes, sobresale Moisés. Tendemos a olvidar que fue un homicida y un líder reticente, quien incluso despotricó contra Dios: «¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí?» (Números 11:11-12).
¡Moisés sí que era humano! Aun así, Hebreos afirma: «Como siervo, Moisés fue fiel en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que se iba a decir» (Hebreos 3:5 rvc).
Solo hay un héroe que nunca decepciona: «A Jesús se le ha concedido más honor que a Moisés» (v. 3 rvc).
Señor, te entrego mis debilidades. Úsalas para tus buenos propósitos.
¿Buscas a alguien que no te decepcione? Mira a Jesús.
Nuestro Pan Diario

El propósito de la rutina
Así que yo corro y lucho, pero no sin una meta definida… (v. 26 rvc).
La biblia en un año: Salmos 120–122; 1 Corintios 9
Un reloj expuesto en el Museo Británico me impactó por ser una ilustración impresionante del efecto embotador de la rutina. Una pequeña esfera de acero rueda por los surcos en vaivén de una plancha, hasta que golpea una palanca en el otro extremo. Esto inclina la plancha hacia el otro lado, y la esfera comienza a desplazarse en esa dirección, lo cual hace mover las agujas del reloj. Cada año, la esfera recorre unos 4.000 kilómetros, pero sin llegar a ninguna parte.
Es fácil que la rutina nos atrape cuando no tenemos un propósito importante. El apóstol Pablo anhelaba ser eficaz en dar a conocer el evangelio: «Yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire» (1 Corintios 9:26). Cualquier cosa puede volverse monótona: viajar, predicar, enseñar y, en especial, estar confinado en una cárcel. No obstante, Pablo estaba convencido de que podía servir a Cristo, su Señor, en toda situación.
La rutina se torna letal cuando no le encontramos un propósito. La visión de Pablo iba más allá de cualquier circunstancia limitante porque su participación en la carrera de la fe no cesaría hasta cruzar la línea de llegada. Al incluir a Jesús en cada aspecto de su vida, aun la rutina tenía significado.
Señor, renueva mi visión de dar a conocer a Cristo aun en mis rutinas.
Jesús puede transformar nuestra rutina en un servicio valioso para Él.
Nuestro Pan Diario

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