Trabajad
[…] por la comida que a vida eterna permanece… (v. 27).
Lectura:
Juan 6:22-34
La
biblia en un año: Salmos 97–99; Romanos 16
Una
mañana, mientras Lilia se preparaba para ir al trabajo, su hijita de cuatro
años también se puso a trabajar. Habían comprado una tostadora circular, y
la idea de pasar el pan por el pequeño horno fascinó a la pequeña. Poco
después, Lilia descubrió unas 30 tostadas apiladas sobre la mesa. «¡Soy una
cocinera excelente!», declaró la niña.
No
tiene nada de milagroso que una niña curiosa convierta pan en tostadas. Pero,
cuando Jesús transformó los cinco panes y los dos peces de un muchachito en
comida para miles de personas, la gente reunida reconoció la naturaleza
milagrosa del suceso, y quiso convertir al Señor en su rey (ver Juan 6:1-15).
Como
el reino de Jesús «no es de este mundo» (Juan 18:36), Él se alejó. Al día
siguiente, cuando lo encontraron, el Señor les reveló el error de sus
motivaciones: «me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque
comisteis el pan y os saciasteis» (6:26). Erróneamente, pensaron que el «Rey»
Jesús les llenaría el estómago y liberaría a la nación. Pero les aconsejó:
«Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna
permanece» (v. 27).
Una
perspectiva terrenal nos hará ver a Jesús como un medio para alcanzar un fin.
En realidad, Él es nuestro Pan de vida.
Señor,
que no te busquemos solamente para solucionar problemas.
Busquen
primero el reino de Dios, y todas estas cosas les serán añadidas. Jesús
Nuestro
Pan Diario
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