…
no se apartaban de sus obras,
ni de su obstinado camino (v. 19).
Lectura:
Jueces 2:11-22
La
biblia en un año: Salmos 46–48; Hechos 28
Cuando aprendía a escribir, mi maestra de
primer grado insistía en cambiar la forma en que yo tomaba el lápiz. Mientras
ella me miraba, lo sostenía como ella quería, pero, en cuanto se daba vuelta,
obstinadamente lo volvía a poner como a mí me resultaba más cómodo.
Pensé que había sido la ganadora secreta en
aquella batalla de voluntades, ya que, aún hoy, tomo el lápiz con mi modo tan
particular. Sin embargo, décadas más tarde, me di cuenta de que mi sabia
maestra tenía claro que esa mala costumbre haría que me cansara más rápido al
escribir.
Pocas veces, los hijos entienden lo que es
bueno para ellos. Por lo general, operan en función de lo que desean en el
momento. Es probable que el nombre «hijos de Israel» sea apropiado, ya que los
israelitas insistían en adorar a los dioses paganos en lugar de al único Dios
verdadero. Esto hizo que el Señor se enojara con ellos y les quitara las
bendiciones (Jueces 2:20-22).
Rick Warren afirma: «Obediencia y obstinación
son dos caras de la misma moneda. La obediencia produce gozo y la obstinación
entristece».
Si tu espíritu rebelde te impide obedecer a
Dios, es hora de cambiar. Acude al Señor, que es bondadoso y misericordioso.
Padre,
que te busquemos de todo corazón y que no nos aferremos a nuestra obstinada
tendencia a que todo se haga como nosotros queremos.
Primero, nosotros formamos nuestros
hábitos; después, nuestros hábitos nos forman a nosotros.
Nuestro Pan Diario
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NOTICIAS CRISTIANAS
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