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martes, 17 de mayo de 2016

¿Dios es bueno?



… la serpiente […] dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho…? (v. 1).
Lectura: Génesis 3:1-8
La biblia en un año: Juan 5:1-24
«No creo que Dios sea bueno», me dijo una amiga que había estado orando durante años por cuestiones difíciles sin que nada mejorara. Su enojo y amargura ante el silencio divino crecían. Como la conozco bien, percibía que, en lo profundo de su ser, creía que Dios era bueno, pero su dolor incesante y la aparente falta de interés del Señor la hacían dudar. Para ella, era más fácil enojarse que soportar la tristeza.
Dudar de la bondad de Dios viene de la época de Adán y Eva (Génesis 3). La serpiente puso esa idea en la mente de Eva cuando le sugirió sobre el fruto prohibido: «sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal» (v. 5). La soberbia de Adán y Eva los llevó a decidir que ellos, no Dios, determinarían qué era lo bueno.
Años después de la muerte de su hija, James B. Smith descubrió que podía afirmar que el Señor es bueno, y lo escribió en su libro Un Dios bueno y hermoso: «La bondad de Dios no es algo que yo decido. Soy un ser humano con entendimiento limitado». El asombroso comentario de Smith no es ingenuo, sino que surge de años de procesar su tristeza y buscar el corazón del Señor.
Cuando estemos desanimados, ayudémonos mutuamente a ver que Dios es bueno.
Señor, ayúdame a ver tu bondad en las dificultades.
Bueno es el Señor para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras. —Salmo 145:9
Nuestro Pan Diario

Nos cuida siempre
Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos (v. 2).
Lectura: Salmo 139:1-18
La biblia en un año: Juan 4:31-54
El veterano periodista Scott Pelley nunca emprende un viaje de trabajo sin los artículos esenciales: radio de onda corta, cámara, maleta indestructible, computadora portátil, teléfono y baliza localizadora de emergencia que funciona en cualquier parte. «Extiendes la antena, presionas dos botones y envía una señal a un satélite conectado a la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica —declara Pelley—, lo cual les dice quién soy y dónde estoy. Según el país donde estés, envían un equipo de rescate… o no» (AARP The Magazine). En realidad, nunca ha tenido que usar la baliza, pero jamás viaja sin ella.
Sin embargo, cuando se trata de nuestra relación con Dios, no necesitamos radios, teléfonos ni balizas de emergencia. Por más precarias que sean nuestras circunstancias, el Señor ya sabe quiénes somos y dónde estamos. El salmista celebró esta verdad, escribiendo: «Señor, tú me has examinado y conocido. […] todos mis caminos te son conocidos» (Salmo 139:1-3). Dios siempre está al tanto de nuestras necesidades y nos cuida.
Hoy podemos decir con confianza: «Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra» (vv. 9-10).
El Señor sabe quiénes somos, dónde estamos y qué necesitamos. Nos cuida siempre.
Señor, te alabo porque siempre te ocupas de mí.
El Señor nos cuida siempre.
Nuestro Pan Diario
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