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domingo, 8 de mayo de 2016

Nunca se olvida



… yo nunca me olvidaré de ti (v. 15).
Lectura: Isaías 49:13-21
La biblia en un año: Lucas 24:36-53
Durante la celebración de los 50 años de su madre, ante la presencia de cientos de personas, Kukua, la hija primogénita, relató lo que su progenitora había hecho por ella. Recordaba que habían sido tiempos difíciles y los recursos en el hogar escaseaban. No obstante, su madre soltera se privó de comodidades personales, y vendió sus joyas y otros bienes para que ella pudiera estudiar. Con lágrimas en los ojos, declaró que su madre nunca la había abandonado, ni a ella ni a sus hermanos, a pesar de lo difícil que era todo.
Dios comparó su amor por su pueblo con el de una madre por sus hijos. Cuando Israel sintió que el Señor lo había abandonado durante el exilio, se quejó: «Me dejó el Señor, y el Señor se olvidó de mí» (Isaías 49:14). Pero Dios afirmó: «¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti» (v. 15).
Cuando estamos angustiados o decepcionados, tal vez nos sintamos abandonados por la sociedad, la familia y los amigos, pero Dios no nos abandona. Las palabras del Señor son un gran aliento: «He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida» (v. 16), con lo que indica cuánto sabe y nos protege. Aunque la gente nos dé la espalda, Dios nunca abandona a los suyos.
Señor, gracias por acompañarme siempre.
Dios nunca se olvida de nosotros.
Nuestro Pan Diario

El Espíritu prometido
… Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí (v. 9).
Lectura: 2 Reyes 2:5-12
La biblia en un año: Lucas 24:1-35
Tenacidad y audacia; a Eliseo le sobraban. Estando con Elías, fue testigo de la obra del Señor a través del profeta, quien hizo milagros y habló la verdad en una época de mentiras.
Había llegado la hora de la temida separación, cuando Elías sería alzado «al cielo» (1 Reyes 2:1), y Eliseo no quería que lo dejara. Como sabía que, para continuar con éxito el ministerio, necesitaba lo que tenía su maestro, se atrevió a decir: «Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí» (v. 9); una referencia al derecho legal de un heredero (Deuteronomio 21:17). Y Dios le concedió a Eliseo su deseo de ser reconocido como el heredero de Elías.
Hace poco, murió una de mis mentoras espirituales. Tras luchar por años con una enfermedad, estaba lista para disfrutar su fiesta eterna con el Señor. Quienes la queríamos estábamos agradecidos de que estuviera en la presencia de Dios y ya no sufriera más, pero lamentábamos no seguir teniendo su amor y su ejemplo. Sin embargo, aunque se fue, no nos dejó solos, ya que la presencia del Señor siguió a nuestro lado.
Eliseo recibió una doble porción del espíritu de Elías; un tremendo privilegio y bendición. Nosotros, quienes vivimos después de la vida, muerte y resurrección de Jesús, tenemos la promesa del Espíritu Santo. ¡El Dios trino mora en nosotros!
Señor, ayúdame a dar testimonio de que tu Espíritu mora en mí.
Cuando Jesús ascendió al cielo, envió a su Espíritu.
Nuestro Pan Diario
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