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lunes, 9 de mayo de 2016

El mayor gozo



No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad (v. 4).
Lectura: 3 Juan 1-8
La biblia en un año: Lucas 23:26-56
La vida de Bob y Evon Potter, una pareja amante de la diversión, y las de sus tres hijos tuvo un vuelco maravilloso en 1956, cuando, durante una campaña de evangelización de Billy Graham, aceptaron a Cristo como Salvador. Al poco tiempo, con el deseo de compartir su fe y alcanzar a otros, abrieron su casa los sábados por la noche para estudiantes de secundaria y universitarios que querían estudiar la Biblia. Un amigo me invitó y me convertí en un asistente habitual.
La preparación de lecciones, la memorización y un estudio serio de las Escrituras se conjugaban con una atmósfera de amistad, gozo y risas, mientras nos desafiábamos mutuamente y el Señor transformaba nuestras vidas.
Seguí en contacto con los Potter durante años, y muchas tarjetas y cartas de Bob terminaban siempre con estas palabras: «No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad» (3 Juan 4). Como Juan le escribió «a Gayo, el amado» (v. 1), así alentaba Bob a todos los que conocía, para que siguieran caminando con el Señor.
Hace unos años, asistí a su funeral, una ocasión gozosa y repleta de personas que continuaban en el sendero de la fe; todo porque una joven pareja abrió su casa y sus corazones para ayudar a otros a encontrar al Señor.
Señor, gracias por aquellos que me alentaron a andar en tu verdad. Que pueda yo alentar a otros.
Hoy, anima a alguien en su andar de fe.
Nuestro Pan Diario

Maratón de oración
Orad sin cesar (v. 17).
Lectura: 1 Tes. 5:16-28
La biblia en un año: Lucas 23:1-25
¿Luchas para hacer de la oración un hábito? Nos pasa a muchos. Sabemos que la oración es importante, pero también sumamente difícil. Pasamos de momentos de profunda comunión con Dios a sentir como que solo cumplimos con una rutina. ¿Por qué cuesta tanto orar?
La vida de fe es una maratón. Los vaivenes en nuestra vida de oración lo reflejan; y, así como en ese tipo de carrera no hay que dejar de correr, también debemos seguir orando. La clave es: ¡No abandones!
El estímulo de Dios llega a través del apóstol Pablo: «Orad sin cesar» (1 Tesalonicenses 5:17), «constantes en la oración» (Romanos 12:12) y «perseverad en la oración» (Colosenses 4:2). Todas estas declaraciones implican permanecer firmes y continuar con la tarea de orar.
Como nuestro Padre celestial es una Persona, podemos desarrollar un tiempo de comunión íntima con Él, al igual que lo hacemos con otros seres humanos. A. W. Tozer escribe que, con la práctica, nuestra vida de oración «deja de ser un encuentro casual y se convierte en la comunión más íntima y plena de la que es capaz el alma humana». Y esto es lo que realmente deseamos: una comunión profunda con Dios. Solo se logra si seguimos orando.
Querido Padre, ayúdanos a encontrar tiempo para estar contigo, y a experimentar tu bondad y tu presencia.
No hay día en que no necesitemos orar.
Nuestro Pan Diario
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