…
una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo
que está delante… (v. 13).
Lectura:
Filipenses 3:12-16
La
biblia en un año: Juan 7:28-53
Me
encanta Reepicheep, el firme ratoncito que habla en Las Crónicas de Narnia, de
C. S. Lewis. Decidido a llegar hasta el «extremo este» y unirse al gran león
Aslan (símbolo de Cristo), Reepicheep declara: «Mientras pueda, navegaré hacia
el este en el Viajero del Alba. Cuando me falle, voy a remar hacia el este en
mi barquilla [que es un barco pequeño], y cuando ella se hunda, nadaré al este
con mis cuatro patas. Y cuando ya no pueda nadar, si no he llegado al país de
Aslan, me hundiré apuntando con mi nariz hacia la salida del sol».
Pablo
lo expresó de otro modo: «prosigo a la meta» (Filipenses 3:14). Su meta era ser
como Jesús. No le importaba otra cosa. Admitía que tenía mucho terreno que recorrer,
pero que no abandonaría hasta que lograr aquello para lo que Jesús lo había
llamado.
Nadie
es lo que debería ser, pero, como el apóstol Pablo, podemos seguir
esforzándonos y orando por alcanzar la meta. Como él, siempre diremos: «No que
lo haya alcanzado ya»; sin embargo, a pesar de las debilidades, los fracasos y
el agotamiento, debemos seguir avanzando (v. 12). Pero todo depende de Dios:
¡sin Él, no podemos hacer nada!
El
Señor está contigo y te llama a avanzar. ¡Sigue remando!
Señor,
que entendamos que llegar a la meta no depende de nuestro esfuerzo, sino de la
oración y la guía del Espíritu Santo.
Dios
provee el poder que necesitamos para perseverar.
La
morada de Dios
…
ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor… (v. 4).
Lectura:
Apocalipsis 21:1-7
La
biblia en un año: Juan 7:1-27
James
Oglethorpe (1696-1785), general británico y miembro del Parlamento, tenía sumo
interés en establecer el estado de Georgia, en los Estados Unidos, y la visión
de fundar una gran ciudad: Savannah. Planificó una serie de manzanas, con
espacio verde y zonas para iglesias y tiendas, y el resto para viviendas. Esa
visión se refleja en la organización y belleza de lo que hoy se considera una
joya del sur norteamericano.
En
Apocalipsis 21, Juan recibió la visión de una ciudad diferente: la nueva
Jerusalén, pero no dijo tanto sobre su diseño, sino sobre la Persona que estaba
allí. Así describe nuestro hogar eterno: «Y oí una gran voz del cielo que
decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos»
(v. 3). Debido a quien estaba, Dios mismo, esa morada se destacaría por lo que
no habría. Citando Isaías 25:8, Juan escribió: «Enjugará Dios toda lágrima de
los ojos de ellos; y ya no habrá muerte» (v. 4).
¡Y no
habrá muerte! Tampoco «habrá más llanto, ni clamor, ni dolor». Toda nuestra
tristeza será reemplazada por la maravillosa y sanadora presencia del Dios del
universo. Este es el hogar que Jesús está preparando para todos los que acuden
a Él en busca del perdón de sus pecados.
Padre,
lo más hermoso del cielo es que viviremos para siempre contigo.
Señor,
mientras preparas un lugar para nosotros, prepáranos para ese lugar.
Nuestro
Pan Diario
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NOTICIAS CRISTIANAS
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