…
por cuanto derramó su vida hasta la muerte… (v. 12).
Lectura:
Isaías 53:9-12
La
Biblia en un año: 1 Samuel 27–29; Lucas 13:1-22
Mientras
nos despedíamos de mis padres, mi hija rompió en llanto. Después de visitarnos
en Inglaterra, ellos regresaban a Estados Unidos. «No quiero que se vayan»,
dijo ella. Comencé a consolarla, y mi esposo señaló: «Me temo que ese es el
precio del amor».
Quizá
sintamos dolor al separarnos de nuestros seres queridos, pero Jesús sintió la
separación suprema cuando pagó el precio del amor en la cruz. Él, que era tanto
humano como Dios, cumplió la profecía que Isaías había pronunciado 700 años
antes, cuando llevó «el pecado de muchos» (Isaías 53:12). En este capítulo,
vemos profundos indicadores que señalan a Jesús como el Siervo sufriente. Por
ejemplo, cuando dice que él «herido fue por nuestras rebeliones» (v. 5) —lo
cual se cumplió cuando lo clavaron en la cruz y cuando un soldado le abrió el
costado (Juan 19:34)— y al declarar que «por su llaga fuimos nosotros curados»
(Isaías 53:5).
Por
amor, Jesús vino a la Tierra como un bebé. Por amor, soportó el maltrato de los
maestros de la ley, las multitudes y los soldados. Por amor, sufrió y murió
para ser el sacrificio perfecto, al ocupar nuestro lugar ante el Padre. Vivimos
gracias al amor.
Señor
Jesús, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos a ser misericordiosos con los
demás. Muéstranos cómo podemos compartir tu amor con otros hoy.
Jesús
fue el sacrificio perfecto que murió para darnos vida.
Él
entiende y le importa
Ciertamente
llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… (v. 4).
Lectura:
Isaías 53:1-8
La
Biblia en un año: 1 Samuel 30–31; Lucas 13:23-35
Cuando
le preguntaron si creía que la ignorancia y la apatía eran problemas de la
sociedad moderna, un hombre bromeó: «No sé ni me interesa».
Probablemente,
muchas personas desanimadas sienten eso sobre el mundo y los que en él habitan.
Pero Jesús entiende bien la confusión y las preocupaciones de nuestras
vidas, y le importa lo que nos sucede. Isaías 53, una profecía del Antiguo
Testamento sobre la crucifixión de Cristo, nos deja entrever lo que padeció por
nosotros. «Angustiado él, y afligido […]; como cordero fue llevado al matadero»
(v. 7). «Por la rebelión de mi pueblo fue herido» (v. 8). «Con todo eso, el
Señor quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su
vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad
del Señor será en su mano prosperada» (v. 10).
En
la cruz, Jesús cargó voluntariamente con nuestro pecado y nuestra culpa. Nadie
sufrió jamás como el Señor por nosotros. Sabía lo que costaría salvarnos de
nuestros pecados y, por amor, quiso pagar el precio (vv. 4-6).
Gracias
a la resurrección de Jesús, Él está vivo y con nosotros hoy. No importa qué
situación enfrentemos, Jesús entiende y le importa. Y nos ayudará a
atravesarla.
Señor,
gracias porque conoces nuestras circunstancias y te preocupas por nosotros.
No
está aquí, sino que ha resucitado… Lucas 24:6
Nuestro
Pan Diario
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