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viernes, 14 de abril de 2017

Recuerda la cruz



… Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios (v. 39).
La Biblia en un año: 1 Samuel 25–26; Lucas 12:32-59
En la iglesia donde asisto, hay una cruz inmensa en frente del santuario. Representa la cruz original donde Jesús murió. Allí, Dios permitió que su Hijo perfecto muriera por cada cosa mala que hicimos, dijimos o pensamos. En la cruz, Jesús consumó la obra necesaria para salvarnos de la muerte que merecíamos (Romanos 6:23).
Ver una cruz me lleva a considerar lo que Jesús soportó por nosotros. Antes de ser crucificado, lo azotaron y lo escupieron. Los soldados le pegaron en la cabeza con palos y se burlaron de Él. Intentaron obligarlo a que llevara su propia cruz al lugar donde moriría, pero Él estaba demasiado débil por los brutales azotes. En Gólgota, lo atravesaron con clavos para mantenerlo sobre la cruz al erguirla. Esas heridas soportaron el peso de su cuerpo mientras estuvo allí colgado. Seis horas más tarde, Jesús exhaló su último aliento (Marcos 15:37). Un centurión que había presenciado la muerte de Jesús declaró: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (v. 39).
La próxima vez que veas el símbolo de la cruz, considera lo que significa para ti. El Hijo de Dios sufrió y murió allí, y luego resucitó para darnos vida eterna.
Querido Jesús, ¡gracias por quitar mis pecados al morir en la cruz! Acepto tu sacrificio y creo en el poder de tu resurrección.
La cruz revela lo peor de nuestro pecado y lo mejor del amor de Dios.

Desamparado por nosotros
… porque [Dios] dijo: No te desampararé, ni te dejaré (Hebreos 13:5).
Lectura: Mateo 26:36-46
La Biblia en un año: 1 Samuel 22–24; Lucas 12:1-31
¿Te resulta más fácil tolerar el dolor teniendo un amigo cerca? Se hizo un estudio fascinante para responder esta pregunta, y ver cómo reaccionaba el cerebro frente a la posibilidad del dolor.
Los resultados fueron consistentes. Cuando una persona estaba sola o tomada de la mano de un extraño frente a una posible turbación, las regiones del cerebro que procesan el peligro se encendían. Pero, si estaba tomada de la mano de alguien de confianza, el cerebro se relajaba. La presencia de un amigo era tan reconfortante que el dolor parecía más tolerable.
Jesús necesitó el apoyo de sus amigos en Getsemaní. Sabía lo que estaba a punto de enfrentar: la traición, el arresto y la muerte. Les pidió a sus mejores amigos que se quedaran con Él, porque su alma estaba «muy triste, hasta la muerte» (Mateo 26:38). Pero Pedro, Jacobo y Juan se quedaron dormidos.
Jesús enfrentó la agonía del huerto sin el consuelo de una mano de donde tomarse. Pero, gracias a que soportó ese dolor, sabemos que Dios nunca nos desamparará ni nos dejará (Hebreos 13:5). Jesús sufrió para que nosotros nunca tuviéramos que estar separados del amor de Dios (Romanos 8:39). Su compañía hace que cualquier cosa que tengamos que sufrir sea más tolerable.
— alp
Jesús, gracias por soportar la cruz por nosotros y permitirnos vivir en comunión con el Padre.
Gracias al amor de Dios, nunca estamos solos.
Nuestro Pan Diario
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