…
Dios […] ha sido mi pastor toda mi vida hasta este día (v. 15 LBLA).
Lectura:
Génesis 48:8-16
La
Biblia en un año: 1 Samuel 10–12; Lucas 9:37-62
Cuando
mi hijo pasó de grado en la escuela, lloró, diciendo: «¡Quiero a mi maestra
para siempre!». Tuvimos que ayudarle a darse cuenta de que cambiar de maestra
es parte de la vida. Tal vez nos preguntemos: ¿Habrá alguna relación que dure
para siempre?
Jacob,
el patriarca, descubrió una. Después de vivir muchos cambios drásticos y
de perder seres queridos en el camino, se dio cuenta de que había una presencia
constante en su vida. Oró: «El Dios […] que ha sido mi pastor toda mi vida […]
bendiga a estos muchachos» (Génesis 48:5-16 LBLA).
Jacob
había sido pastor, así que comparaba su relación con Dios con la del pastor y
sus ovejas. Desde que la oveja nace hasta que es vieja, el pastor la cuida día
y noche. La guía durante el día y la protege mientras duerme. David, también un
pastor, tenía la misma convicción, pero hizo énfasis en la dimensión eterna al
declarar: «en la casa del Señor moraré por largos días» (Salmo 23:6).
Cambiar
de maestro es parte de la vida. Pero qué bueno es saber que podemos tener una
relación eterna. El Pastor nos ha prometido estar con nosotros todos los días
de nuestra existencia terrenal (Mateo 28:20). Y, cuando nuestra vida aquí
termine, estaremos más cerca de Él que nunca.
Padre,
gracias por ser el Pastor de mi vida. Te alabo por tu fidelidad.
Dios
nunca nos abandona.
Corrientes
engañosas
…
se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí (Oseas 13:6).
Lectura:
Deut. 8:11-20
La
biblia en un año: 2 Crónicas 32–33; Juan 18:19-40
En
su libro The Hidden Brain [El cerebro escondido], el escritor Shankar Vedantam
describe un día cuando fue a nadar. El agua estaba calma, y se sentía fuerte y
orgulloso de haber recorrido tan fácilmente una gran distancia. Pero, cuando
trató de volver, no podía. La corriente lo había engañado: su fácil
desplazamiento no se debió a su fuerza, sino al movimiento del agua.
En
nuestra relación con Dios puede suceder algo similar. «Seguir la corriente»
puede hacer que nos creamos más fuertes de lo que somos. Cuando la vida es
fácil, nuestra mente nos dice que se debe a nuestra fuerza, y nos volvemos
orgullosos y autosuficientes. Sin embargo, cuando surge algún problema, nos
damos cuenta de lo débiles e inútiles que somos.
Esto
les sucedió a los israelitas. Dios los bendijo dándoles éxitos militares, paz y
prosperidad, pero, como pensaron que lo habían logrado por mérito propio, se
volvieron soberbios y autosuficientes (Deuteronomio 8:11-12). Entonces, seguían
desobedeciendo, hasta que un enemigo los atacaba y se daban cuenta de lo débiles
que eran.
Cuando
nos va bien, no debemos engañarnos. El orgullo nos llevará donde no queremos
ir. Solo la humildad nos mantendrá con la actitud correcta: agradecidos a Dios
y dependiendo de su poder.
La
humildad verdadera atribuye a Dios todos los logros.
Nuestro
Pan Diario
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