¡Vos podes ayudarnos!

---

Translate


sábado, 15 de abril de 2017

Soltarse el cabello



… María tomó una libra de perfume […], y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos… (v. 3).
Lectura: Juan 12:1-8
La Biblia en un año: 1 Samuel 19–21; Lucas 11:29-54
Poco antes de que crucificaran a Jesús, una mujer llamada María derramó una botella de un caro perfume sobre los pies del Señor. Después, en un acto aun más osado, le secó los pies con su cabello (Juan 12:3). María no solo sacrificó lo que posiblemente eran los ahorros de toda su vida, sino también su reputación. En esa cultura, las mujeres respetables nunca se soltaban el cabello en público. Pero, al verdadero adorador, no le preocupa lo que piensen los demás (2 Samuel 6:21-22). Para adorar a Jesús, María estuvo dispuesta a que pensaran que ella era indecente; quizá incluso inmoral.
Tal vez sintamos la presión de ser perfectos cuando vamos a la iglesia, para que los demás piensen bien de nosotros. Metafóricamente hablando, nos esforzamos por mantener cada cabello en su lugar. Sin embargo, en una iglesia saludable, podemos «soltarnos el cabello» y no esconder nuestras imperfecciones. Deberíamos poder revelar nuestra debilidad y encontrar fuerzas.
Adorar no implica comportarse como si nada estuviera mal; es asegurarnos de que todo esté bien… con Dios y con los demás. Cuando nuestro mayor temor es soltarnos el cabello, quizá nuestro mayor pecado sea mantenerlo recogido.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos […], y guíame en el camino eterno. Salmo 139:23-24
Nuestra adoración es correcta cuando estamos a cuentas con Dios.

 ¿Por qué perdonar?
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen… (v. 34).
Lectura: Lucas 23:32-34
La Biblia en un año: 1 Samuel 17–18; Lucas 11:1-28
Cuando una amiga me traicionó, sabía que tendría que perdonarla, pero no estaba segura de poder hacerlo. Sus palabras me hirieron profundamente, y me sentí aguijonada por el dolor y el enojo. Aunque hablamos y le dije que la perdonaba, durante mucho tiempo, cada vez que la veía, sentía puntadas de dolor, y me di cuenta de que todavía albergaba algo de resentimiento. Sin embargo, un día, Dios respondió mis oraciones y me dio la capacidad de dejar atrás todo por completo. Por fin, era libre.
El perdón es fundamental para la fe cristiana, ya que nuestro Salvador nos perdonó, incluso mientras moría en la cruz. Jesús perdonó a los que lo clavaron allí, y oró al Padre para que los perdonara. No guardó amargura ni enojo, sino que mostró gracia y amor a aquellos que lo habían tratado injustamente.
Es un buen momento para considerar delante del Señor a cualquiera que tengamos que perdonar, para seguir el ejemplo de Jesús y extenderles su amor a los que nos lastiman. Cuando le pedimos a Dios a través de su Espíritu que nos ayude a perdonar, Él lo hace… aunque nos lleve tiempo perdonar. Cuando lo hacemos, somos libres de la prisión de no saber perdonar.
Señor Jesús, a través de tu gracia y tu poder al habitar en mí, ayúdame a perdonar, para que tu amor me libere.
Aun en la cruz, Jesús perdonó a los que lo hirieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario