Por Al Valdés
Por nada estéis afanosos; antes bien,
en todo, mediante oración y súplica con acción
de gracias,
sean dadas a conocer vuestras peticiones delante
de Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestras mentes en
Cristo Jesús.
(Filipenses 4:6-7, LBLA)
Los latinoamericanos acostumbramos decir “¡Gracias
a Dios!” a menudo. En los Estados Unidos además se acostumbra apartar un día
completo para observar y celebrar el Día de Acción de Gracias. Tristemente,
este día suele convertirse en la celebración del comelón, en un foro para
discutir opiniones políticas en familia o en ocasión para ver y/o jugar
partidos de fútbol americano. Por eso queremos ofrecer tres sugerencias para
que este tiempo especial de dar gracias sea grato y cumpla su propósito
original.
- Apartemos un tiempo a solas para dar gracias a Dios
Aunque celebremos o no un día oficial para dar
gracias tal vez sea buena idea apartar un poco de tiempo para estar a solas y
hacer un repaso de todo lo que Dios ha hecho por nosotros en este año. El Salmo
103 nos puede servir de preludio para este tiempo con el Señor. Los primeros
versos dicen así:
Bendice, alma mía, al Señor,
y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es el que perdona todas tus iniquidades,
el que sana todas tus enfermedades;
el que rescata de la fosa tu vida,
el que te corona de bondad y compasión;
el que colma de bienes tus años,
para que tu juventud se renueve como el águila.
(Salmo 103:1-5, LBLA)
Ahora, los que celebran el Día de Acción de Gracias
acostumbran reunirse con familia y amistades para comer pavo, puré de papa,
pastel de calabaza… y en hogares latinoamericanos arroz con frijoles, yuca y
cualquier comida típica de su país. Pero allí está el problema: la cena se
convierte en el centro de todo. ¿Qué podemos hacer?
- Demos a otros la oportunidad de dar gracias
Ya que muchas de las celebraciones de acción de
gracias se centran alrededor de los alimentos y de los que cocinan, tal vez se
puede apartar un tiempo antes de reunirse todos alrededor de la mesa
para que los que quieran dar gracias en público puedan hacerlo. Ya sea en la
sala o en algún otro sitio adecuado del hogar usted puede invitar a quien desee
a decir aquello por lo cual quieren dar gracias a Dios. Es posible que no todos
los invitados sean creyentes o tal vez a algunos sencillamente no les gusta
hablar en público, pero se puede decir algo como, “Este año queremos tomar unos
minutos antes de cenar para que los que quieran mencionen por qué están
agradecidos a Dios este año”. Cuando los que deseen hayan hablado, entonces
se saca la comida.
- Seleccionemos de antemano a la persona designada para orar
En algunas mesas tal vez se hace la pregunta,
¿Quién quisiera dar gracias por los alimentos? Esa es precisamente la pregunta
que no se debe hacer en ese momento preciso. ¿Por qué? Porque a
veces la oración se convierte ya sea en un sermón, un estudio bíblico, o en
ocasión para orar por lo que no se ha orado ¡el año entero! Mientras tanto, las
personas no están pensando en cuán agradecidos están, sino que piensan, “Se
está enfriando el pavo” o “Me gustan los frijoles calientes”. Por lo tanto,
debemos seleccionar antemano a la persona que hará la oración alrededor de la
mesa. Esta persona designada debe dar gracias sinceras a Dios por los
alimentos, siguiendo la filosofía que enseñó el profesor Howard Hendricks, “Nuestras
oraciones deben ser largas en privado, y cortas en público”.
Conclusión
Este año podemos disfrutar un Día de Acción de
Gracias que cumpla con su propósito original si seguimos estos tres consejos.
Un conocido corito tal vez nos ayude con el
concepto de dar gracias este día y siempre:
¡Bendiciones, cuántas tienes ya!
Bendiciones, Dios te manda más;
Bendiciones, te sorprenderás
Cuando veas lo que Dios por ti hará.
Fuente: LogoiMinistries
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